Especialistas reconocen la
existencia de estos seres que son "dañinos" para la vida de los
demás.
La gente tóxica siempre ha
existido, pero sólo ahora sicólogos y siquiatras están profundizando más en el
estudio de este tipo de personajes que, muchas veces, contaminan nuestras vidas
o espacios de trabajo y terminan por afectarnos física o mentalmente.
El ‘tóxico’ puede ser cualquiera:
un compañero de trabajo, un amigo, un hermano, alguno de los padres u otro
familiar o ser próximo.
Son las personas que, por lo
general, sienten placer en humillar a los demás, que minimizan sus esfuerzos o
cualidades o que tratan de someterlos al pequeño poder del que gozan en el
trabajo o en los pequeños feudos que construyen a su alrededor.
Son los que manipulan con
mentiras, difunden falsedades o desprestigian a otros para dañar su buena
imagen, porque creen que son sus oponentes directos o indirectos o que,
simplemente, amenazan con hacerles sombra.
Son los chismosos, calculadores, los oportunistas, los envidiosos e inseguros,
los solapados, los agresivos, los violentos, los pesimistas, los que atacan si
les hacen caer en de cuenta que cometieron un error.
También los que detestan que te
vaya bien, que otros reconozcan tus esfuerzos, calidades o talentos. Los que
siempre exigen y nunca dan a cambio nada o que, si lo hacen, es a cuenta gotas.
Los que se molestan con tu
alegría, disfrutan de tus tristezas y difunden a los cuatro vientos tus
fracasos, problemas o limitaciones. Son los que constantemente se quejan y
siempre te hacen sentir culpable, o los que critican todo el tiempo y cuentan
con un ego descomunal.
Los ‘tóxicos’ son los dueños poco
afortunados de eso que el filósofo neerlandés Baruch Spinoza calificó alguna
vez de pasiones tristes.
Es decir, son los que están atenazados por la envidia, el odio, la venganza, la violencia, la mediocridad, la vanidad, la amargura o por algunas de esas otras pasiones tristes que nos arrinconan en los sótanos más pestilentes de nuestra humanidad y nos convierten en indigentes de espíritu.
Es decir, son los que están atenazados por la envidia, el odio, la venganza, la violencia, la mediocridad, la vanidad, la amargura o por algunas de esas otras pasiones tristes que nos arrinconan en los sótanos más pestilentes de nuestra humanidad y nos convierten en indigentes de espíritu.
Hay un patrón
La pediatra salubrista colombiana
Magda Palacio es enfática en afirmar que la ‘persona tóxica’ obedece a un
patrón: “repite su comportamiento todo el tiempo; es la que que nos desgasta a
cada encuentro, nos alivia cuando se despide y la que siempre araña las horas
que compartimos con ella”.
Pero, ¿existen realmente las personas tóxicas o todos lo somos en algún momento de la vida?
Pero, ¿existen realmente las personas tóxicas o todos lo somos en algún momento de la vida?
Podría decirse que las dos cosas,
pero hay diferencias. Estudios científicos demuestran que hay ‘personas
tóxicas’ o más tóxicas que otras. Sin embargo, el psicoanálisis y la psicología
prefieren decir que son “comportamientos tóxicos”.
La psicóloga norteamericana
Lilian Glass, por ejemplo, autora de Toxic people, publicado en 1995 y
traducido al español dos años después, afirma que los comportamientos
destructivos de los seres humanos son tolerados si aparecen de vez en cuando,
pero no si las “acciones tóxicas” se repiten mucho.