El mundo de la comunicación digital está evolucionando a pasos agigantados. Hasta hace apenas tres años, la tendencia marcaba una apertura total, un deseo de compartirlo (casi) todo y con (casi) todos. Facebook marcó así el inicio de una nueva era, que Twitter evolucionó creando la figura del periodista ciudadano: a través de esta red de microblogging, cualquier persona podía informar al mundo de lo que estaba sucediendo en algún lugar, en directo.
En la actualidad, parece que una parte creciente de la población -incluyendo a los más jóvenes- valora de nuevo la comunicación privada e interpersonal. No se trata propiamente de una marcha atrás, pues estamos ante un nuevo tipo de comunicación, mucho más espontánea y visual, que la que antes realizábamos a través del anticuado teléfono o email. El teléfono fijo se ha convertido en un elemento de decoración vintage, mientras que el correo electrónico se asocia fundamentalmente al trabajo y a la recepción de newsletters comerciales y descuentos.
La privacidad, junto con la fuerza del formato vídeo, constituyen los dos grandes ejes de esta nueva era de la mensajería. A éstas habría que sumar una tercera fórmula de diferenciación, que es la que ha escogido por ejemplo Snapchat: la emisión de vídeo en directo. A través de esta app, más de 50 millones de personas en el mundo han seguido por ejemplo la retransmisión de los Juegos Olímpicos. Una retransmisión que difiere en su tono de la que realizan los medios de comunicación a través de otros canales más tradicionales, puesto que va dirigida a un público muy joven, que se caracteriza por una capacidad de atención tan atomizada como la oferta de contenidos y herramientas a su alcance.
La batalla está servida. Facebook apuesta por su app Messenger para las comunicaciones empresariales, y por WhatsApp para el mercado de consumo.
Un paso similar es el que ha dado Google, que esta semana ha lanzado Duo, una aplicación de videollamadas dirigida al gran consumo, mientras que pretende orientar Hangouts al negocio empresarial. Además, está previsto que antes de final de año presente Allo, una herramienta similar a WhatsApp pero enriquecida con inteligencia artificial.
Instagram y Snapchat libran su propia batalla. La primera presentó recientemente Instagram Stories, una copia de Snapchat Stories, y esta semana ha anunciado que también emitirá vídeos en directo. Mientras, Twitter ha ampliado el límite de caracteres en sus mensajes privados. Estamos sólo al inicio de una revolución en el mundo móvil.
Las 'Telecos' frente a Whatsapp
La llegada de WhatsApp a los 'smartphones' no sólo supuso una revolución para los españoles, sino también, y sobre todo, para las operadoras de telecomunicaciones.
Las tres principales compañías de telefonía del país, Movistar, Vodafone y Orange, empezaron a ver con temor en 2012 cómo una nueva aplicación de mensajería instantánea les estaba comiendo parte del pastel. Con la llegada de WhatsApp, los conocidos mensajes de texto (SMS) pasaron a un segundo plano, luego a un tercero y actualmente son casi una especie en extinción.
Las tres grandes 'telecos' no se quedaron de brazos cruzados y decidieron lanzar su propia aplicación de mensajería instantanea, Joyn. A pesar de ser una idea bastante aceptable, la batalla ya estaba perdida. No podían luchar contra una plataforma que ya contaba con más de 10 millones de usuarios en España. O sí, como ha ocurrido con Snapchat o Telegram, pero no tenían la estrategia correcta.
Han pasado cuatro años desde el lanzamiento de Joyn y la batalla entre las grandes 'telecos' y los servicios de mensajería instantánea en Internet se mantiene activa. La razón es sencilla: para las telefónicas este tipo de compañías se encuentran en un limbo regulatorio que ellas no se pueden permitir. La falta de un marco normativo europeo que obligue a estas aplicaciones a invertir en las redes por las que pasan o a pagar impuestos en Europa, es la gran baza tras la que aguardan las operadoras. Y parece que la espera va a dar sus frutos.
Esta misma semana, la Comisión Europea anunció que en septiembre revisará las normas de la UE sobre telecomunicaciones para endurecer el control regulador sobre estos servicios. La guerra acaba de empezar.