Existen muchas definiciones de estrategia, unas más puristas y estrictas y otras más flexibles y simples. Yo en lo particular prefiero las segundas porque creo que son de mayor beneficio para cualquier tipo de empresa. En general, las estrategias se construyen con un proceso que tiene tres etapas: Una primera de diagnóstico, evaluación o definición del estado actual del entorno y la compañía con el objetivo de determinar aquellos factores críticos existentes que de ser aprovechados (o evitados) pueden marcar la diferencia en el futuro de la compañía.
Una segunda etapa es la determinación de ese futuro deseado, un objetivo grande y ambicioso pero realista y basado en esas grandes capacidades o ventajas competitivas que diferencian a la compañía de los demás actores del mercado. Este gran objetivo puede tener componentes financieros, de participación de mercado, posicionamiento de marca o desarrollo de ciertas capacidades en la organización, etc.
Y finalmente una etapa de definición de las líneas de acción, una suma de actividades que, con la coordinación y foco necesarios, nos llevarán al cumplimiento de ese gran objetivo.
Definir una estrategia es de gran importancia; se hace en lo deportivo, en lo militar, en lo empresarial y hasta en la vida propia. Con una estrategia nos mantenemos enfocados en lo realmente importante, invertimos los limitados recursos en aquellas actividades que nos llevarán al éxito, mantenemos integrado y motivado el recurso humano en torno a un objetivo común, nos anticipamos a situaciones que pueden ser oportunidades para aprovechar o dificultades para enfrentar que de otra forma nos tomarían por sorpresa o ni siquiera las veríamos pasar, desarrollamos nuevas capacidades y habilidades al interior de la organización con un objetivo concreto, etc.
Por otra parte, la estrategia debe estar basada en las ventajas competitivas. Si no existen ventajas competitivas es mejor no entrar en la batalla, si no tenemos un punto en cuál apoyarnos para satisfacer las necesidades y deseos del cliente mejor que la competencia, no hay una razón por la cual el cliente nos preferirá. Así que se debe ser muy cuidadoso en el análisis de las habilidades en las que nos desempeñamos mejor que los competidores y que nuestro cliente valora; de nada nos sirve ser muy buenos en algo que para el cliente no es importante.
Finalmente, se debe tener un plan detallado, medible en el tiempo, con indicadores, responsables y el resultado esperado. Este detalle se debe revisar con frecuencia para hacer los ajustes necesarios y para asegurarse que todos hacen su mejor esfuerzo por la construcción del futuro en medio de las urgencias y actividades del día a día que mantienen el corto plazo de las organizaciones.
La compañía debe tener una estrategia, pero cada una de las áreas claves del negocio también. Y es mandatorio que las estrategias de todas las áreas soporten la estrategia corporativa, que vayan en sintonía con los parámetros definidos por la compañía, que sean parte de un todo y que multipliquen al interactuar con las demás áreas. Una de las tareas más importantes y desafiantes del líder de la organización es mantener las estrategias de todas las áreas alineadas con la estrategia corporativa.