Los avances tecnológicos han demostrado que la virtualidad es una alternativa viable para enseñar, ¿cómo se puede fomentar este modelo educativo en las Instituciones de Educación Superior (IES)? Es importante aclarar que la virtualidad es en sí es una modalidad de aprendizaje, que puede responder a diferentes modelos o paradigmas educativos.
De acuerdo con el documento Nota Orientadora Modalidades, publicada en junio de 2022 por el Ministerio de Educación Nacional, la modalidad virtual “hace referencia a la educación a distancia de tercera generación, ya que incorpora de forma intensiva el uso de las redes telemáticas, los equipos de cómputo y las diversas aplicaciones web. También ha sido denominada ´educación basada en entornos digitales´ (Facundo, 2010)”.
Así mismo, indica que “… la modalidad virtual en el Decreto 1075 de 2015, modificado por el Decreto 1330 de 2019, se establece como una modalidad de la educación superior; esto implica que es una nueva visión del proceso formativo que se desarrolla en entornos soportados por TICs. No se trata simplemente de una forma singular de hacer llegar la información a lugares distantes, sino que es toda una perspectiva pedagógica en donde modelos construccionistas y cognitivos adquieren mayor relevancia para establecer un diseño pedagógico que se articule con el ambiente virtual de formación”.
Tras estas claridades conceptuales, una de las formas de fomentar la modalidad virtual en las IES consiste en reconocer las buenas prácticas vividas durante la pandemia, cuando muchos nos vimos obligados a transitar de la educación presencial a una educación remota de emergencia, y no virtual, como muchos -equivocadamente- han llamado.
Con la experiencia de una enseñanza remota de emergencia inicial, y luego, en alternancia, se probaron ambientes de aprendizaje mixtos o híbridos, que buscaban no solo mantener la operación educativa, sino potenciar el aprendizaje, que retaran la práctica pedagógica y didáctica, y al mismo tiempo al rol del estudiante para ser un agente más activo y empoderado de su proceso, aprovechando la existencia y proliferación de recursos educativos abiertos y de metodologías activas de aprendizaje, con profesores como facilitadores y gestores, con un ejercicio docente distinto.
La pandemia dio la posibilidad de seguir construyendo el concepto de la hibridación educativa; ahora la entendemos de manera diferente, ya que las circunstancias así nos lo exigieron. Para fomentar la virtualidad y sus bondades, deberíamos abordar, en las esferas y actores más tradicionales del sector y de las propias IES, las posibilidades de la hibridación, la cual permite combinar estratégica e intencionalmente -y con propósitos previamente definidos-, lo mejor de la presencialidad, de la virtualidad y de lo remoto, y de lo sincrónico y asincrónico, es decir, reconoce el valor de lo multimodal, a favor de las necesidades individuales, experiencias y trayectorias de aprendizaje de los estudiantes.
Este es el primer paso, reconocer el mundo de la hibridación y la multimodalidad, donde las fronteras entre las modalidades presencial, a distancia, virtual y dual tiendan a diluirse, y se combinan atendiendo más a las características propias del área del conocimiento o del nivel de formación del programa, de las metodologías de estudio, o del estudiante en sí, hacia la personalización de la educación.
Debemos creer en la modalidad virtual. Por este motivo, debemos seguir explorando sus bondades a favor del aprendizaje, estudiando su impacto en el mismo, y para ello, se abren oportunidades de investigación educativa en las IES, en las ciencias de la educación, para mejorar su uso e incorporación en procesos formativos, académicos y pedagógicos, desde el ámbito curricular y didáctico, hasta evaluativo.