Si usted lidera una empresa en Colombia o en cualquier país de América Latina, es probable que hoy sienta una inquietud persistente: la digitalización ha abierto nuevas puertas de eficiencia, pero también ha dejado abiertas otras que los atacantes están aprovechando. Recientes datos globales muestran que aproximadamente uno de cada cinco sistemas de control industrial en la región ha sido blanco directo de malware o ataques en los últimos meses, lo que no sólo expone información crítica sino detiene operaciones, pone en riesgo la continuidad de negocio y compromete cumplimiento normativo y reputación. Ese escenario, poco abordado en muchas organizaciones, plantea una urgencia que no basta ignorar ni delegar sin estrategia.
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Este dato no es un simple número técnico: significa que plantas de producción, sistemas logísticos, redes de transporte, utilities y otras infraestructuras críticas están siendo vulneradas con mayor frecuencia de lo que muchos imaginan. Y es aún más grave cuando vemos que otro estudio indica que las organizaciones de la región sufren un promedio de 2.716 ataques semanales, un 39 % más que el promedio mundial.
Lo primero que quiero que asuma es que no se trata solo de “más antivirus” o “un firewall más grande”. El contexto industrial modifica sustancialmente la naturaleza del riesgo. En un ambiente donde operan sistemas de control (OT) interconectados con tecnologías de la información (IT), con sensores, actuadores, sistemas SCADA, redes inalámbricas, internet industrial de las cosas (IIoT), se generan vectores de ataque más complejos que el típico ransomware de oficina. Las empresas que operan en Colombia y restroalimentan cadenas globales también están más expuestas: vemos que Colombia figura entre los países latinoamericanos con mayor índice de afectación.
El problema agrava cuando se considera que muchas organizaciones no han revisado sus políticas de seguridad para este nuevo escenario industrial digital. Algunas carecen de visibilidad sobre sus activos OT, no han integrado equipos OT/IT, mantienen parches vulnerables, no realizan simulacros de incidentes adecuados, y desconocen cómo enlazar seguridad con cumplimiento regulatorio (como la ley de protección de datos personales, la norma ISO 27001, o las directrices para infraestructuras críticas).
Consecuencias de este riesgo:
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Una interrupción operativa que puede parar líneas de producción, generar pérdidas de horas‐máquina, incumplimiento de contratos, sanciones regulatorias.
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Costos ocultos: restauración de sistemas, investigación forense, pérdida de reputación, multas, aumento de primas de seguro.
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Impacto en la cadena de valor: si su empresa es proveedor o parte de una red más amplia, un incidente puede propagarse y generar efecto dominó.
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Riesgos humanos y de seguridad: en entornos industriales, un ataque no solo pone en jaque datos, sino también instalaciones, procesos físicos y personas.
Si comparamos con otras regiones, aunque el porcentaje puede ser similar en el mundo global, en nuestras economías emergentes los niveles de preparación, inversión y madurez en seguridad siguen rezagados, lo que amplifica el impacto de cada ataque. Además, en Colombia, se reporta que las organizaciones sufrieron un promedio que supera el mundial en frecuencia y que incluso un 18 % de las empresas víctimas de ransomware optó por pagar rescate, según una fuente local.
Esta realidad exige que los empresarios, gerentes de tecnología, operaciones, cumplimiento y equipos de transformación digital, dejen de considerar la ciberseguridad como un gasto o un checkbox y la asuman como un componente estratégico de la continuidad, la innovación y la eficiencia funcional.
Cuando hablamos de transformación inteligente funcional, hablamos de reforzar la resiliencia operativa mientras se avanza en analítica, automatización, integración de plataformas y uso de IA. En ese escenario, la ciberseguridad es tanto habilitador como escudo de la funcionalidad. No se trata únicamente de proteger: también de que los sistemas sean confiables, auditable, alineados con cumplimiento regulatorio (por ejemplo, la norma ISO/IEC 27019 para sistemas de energía, la IEC 62443 para OT/IT) y puedan adaptarse cuando el panorama evoluciona.
Para usted que está al frente de la empresa o responsable de la unidad de transformación, les comparto un marco consultivo (no la metodología interna) que he visto funcionar: él comienza con una evaluación realista de la infraestructura operativa, continúa con la identificación de brechas, y se traduce en una hoja de ruta priorizada de acciones que combina tecnología, procesos y personas.
En un primer tercio de esta hoja de ruta, recomiendo plantear una auditoría de activos OT/IT: ¿qué sistemas de control industrial existen? ¿Están conectados a la red corporativa o a Internet? ¿Qué nivel de visibilidad y segmentación hay? ¿Se registran logs, quién tiene acceso, qué controles existen? A partir de ahí, se deben definir controles críticos —segmentación de red, gestión de vulnerabilidades, acceso restringido, monitoreo continuo— y establecer gobernanza de seguridad industrial alineada con dirección de operaciones. En este punto, me permito invitarle a una conversación con nosotros para explorar su situación particular.
Una segunda fase se orienta a la modernización operativa: instalar plataformas que brinden visibilidad centralizada, implementar detección y respuesta de amenazas (EDR/XDR adaptado a entornos industriales), automatizar parches donde sea viable, formar al personal operativo y de TI en nuevas amenazas (malware dirigido, ransomware, ataques a la cadena de suministro). También es clave configurar planes de contingencia: respaldo de sistemas críticos, pruebas de recuperación, simulacros de incidentes, e integración de la seguridad en la cultura de la empresa.
La tercera fase, mirando hacia adelante, consiste en convertir la ciberseguridad en ventaja competitiva: la capacidad de demostrar que su empresa opera con estándares elevados de seguridad y cumplimiento abre puertas en licitaciones globales, reduce primas de seguro, mejora reputación y permite escalar con confianza. Aquí es donde la digitalización es funcional y sostenible.
Recuerdo un caso en una planta de manufactura latinoamericana que decidió digitalizar sus líneas de producción antes de revisar los accesos remotos de sus controladores de OT. Un proveedor tercero había dejado una conexión abierta para mantenimiento y la empresa sufrió un incidente que paralizó cinco horas de producción, generando miles de dólares en pérdidas directas y varias semanas de auditoría. Hoy esa empresa integra segmentación de red, monitoreo 24/7, esquema de parches vía OT y revisiones trimestrales de riesgo. Otro ejemplo lo provee la industria energética que, con apoyo de seguridad integrada desde diseño, ha logrado sustentar operaciones durante ataques dirigidos sin detener procesos críticos.
Además de Kaspersky, los informes de Check Point Research confirman que la tasa de ataques semanales por organización en la región supera el promedio mundial por cerca de 39 %. Los análisis de CrowdStrike señalan que entre 2023 y 2024 hubo un aumento del 15 % en las víctimas latinoamericanas mencionadas en sitios de filtración de datos, y un 38 % en accesos vendidos como “broker de acceso”, lo cual evidencia que los atacantes encuentran en Latinoamérica mercados de oportunidad crecientes.
Colombia no está al margen: aparecen en los ranking regionales como uno de los países más afectados. Eso implica que usted, como gerente o empresario en Colombia, debe asumir este riesgo como parte de su estrategia de continuidad, no como un añadido opcional.
Muchas organizaciones fallan porque tratan la ciberseguridad como tarea de TI: comprar soluciones, instalar herramientas, esperar que “todo esté protegido”. Ese enfoque se muestra obsoleto. La efectividad real nace de la convergencia entre tecnología, procesos y personas. Formación constante, cultura de prevención, gobernanza clara, métricas de riesgo y reporte al nivel ejecutivo son elementos que he observado en empresas con resiliencia madura. En nuestro camino con TODO EN UNO.NET hemos aprendido que transformar digitalmente sin integrar la seguridad desde el inicio es como construir una casa sobre arena: tarde o temprano las grietas aparecen.
Por eso, la filosofía de funcionalidad se aplica también a la seguridad: no se trata de acumular productos o certificados, sino de lograr que los sistemas operen con control, que los datos fluyan sin riesgo, que se cumpla con la normativa aplicable (por ejemplo, la Ley 1581 de 2012 en Colombia sobre protección de datos personales, la norma ISO 27001, la IEC 62443 en OT), y que la empresa pueda responder cuando la amenaza se convierta en realidad.
Medir es clave: ¿cuántos incidentes se han detectado? ¿Cuál fue el impacto en horas de producción? ¿Cuál es el tiempo medio de detección y respuesta? ¿Cuántas evaluaciones de vulnerabilidad se han realizado este año? ¿Cuántos accesos remotos siguen abiertos sin auditoría? Una empresa que no mide no mejora.
En definitiva, la ola de ataques industriales en América Latina no es un tema lejano o exclusivo de grandes corporaciones: afecta a todos los eslabones de la cadena productiva, a empresas de tamaño medio, y a organizaciones en Colombia y la región que quizás todavía creen que “esto no me tocará a mí”. Pero los datos revelan otra realidad: aproximadamente el 20-21 % de los sistemas industriales ya fueron blanco, y las amenazas están creciendo en frecuencia, sofisticación y coste.
Para la empresa moderna esa amenaza representa una barrera si se ignora, o una oportunidad si se aborda con visión estratégica: la oportunidad de convertirse en un actor confiable, robusto, competitivo y preparado para los desafíos del entorno digital que ya no es futuro, sino presente.
Entiendo muy bien lo que implica sentir que detrás de la modernización de su empresa se esconde un riesgo que no se puede ver pero que, de materializarse, paralizaría operaciones, agitaría relaciones comerciales y demandaría sobrerreacción. He visto ese momento de vulnerabilidad, he acompañado equipos que pensaban que la digitalización era solo automatización y luego descubrieron que sin el control adecuado también era exposición. Desde TODO EN UNO.NET acompañamos organizaciones como la tuya con consultorías tecnológicas, mercadeo digital, servicios de Habeas Data, facturación electrónica, automatización e inteligencia artificial centrados en mejorar eficiencia de su empresa con soluciones digitales y normativas. Analizamos su infraestructura, definimos una estrategia clara de seguridad funcional, implementamos controles tecnológicos y formamos su equipo para que la resiliencia no sea un estado deseado sino una realidad operativa. Nuestro acompañamiento no termina con la entrega de soluciones, lo prolongamos con seguimiento, actualización y crecimiento continuo para que usted no solo se transforme, sino se consolide como líder confiable en su sector. ¿Listo para transformar tu empresa con tecnología funcional?
