Imagina que, de un momento a otro, los pagos en tu negocio no se procesan, tus clientes no pueden acceder al portal de servicios, tu equipo no puede subir informes y tus proveedores se quedan sin confirmar envíos. Esa escena —que muchas empresas ya han vivido como pesadilla— no es ficción: se desencadenó recientemente una falla tan simple como aparentemente irrelevante en la infraestructura de la nube, y bastó para que numerosos servicios globales se colapsaran, poniendo en evidencia que incluso lo que parece pequeño puede tener consecuencias monumentales. En esta publicación analizo cómo ese desencadenante mínimo se convirtió en crisis (y qué aprender de él para blindar tu empresa ante fallas aparentemente menores).
👉 LEE NUESTRO BLOG y descubre cómo evitar que tu organización sea víctima de “ese pequeño error”.
Durante más de treinta años acompañado organizaciones en procesos de modernización, automatización y transformación digital, he aprendido que los riesgos más serios no siempre nacen de grandes ataques o catástrofes anunciadas, sino de lo que comúnmente subestimamos: un “detalle menor” en la arquitectura, una dependencia oculta, un proveedor en el que confiamos sin cuestionar. Recientemente, uno de esos “pequeños errores” puso en jaque a buena parte de internet y es una llamada de atención que debe llegar a cada empresario colombiano, consultor y líder de tecnología.
El 20 de octubre de 2025, la Amazon Web Services (AWS) sufrió una falla grave en su región de datos US-EAST-1: un problema de resolución de DNS que afectó el servicio de bases de datos Amazon DynamoDB, que a su vez paralizó muchos otros servicios en cadena. La explicación técnica es compleja, pero el mensaje para cualquier empresa es claro: una falla en un componente fundamental (y de “bajo nivel”) puede disparar un efecto dominó que afecta procesos operativos, comerciales y de cumplimiento.
Por “efecto dominó” o “cascada” nos referimos al fenómeno en que un fallo en un nodo del sistema genera carga o error en otros nodos, que a su vez fallan, y así sucesivamente. En redes complejas, los fallos en dependencias invisibles pueden ser más peligrosos que los que vemos venir. En este caso, la falta de acceso a la base de datos bloqueó los servidores virtuales que dependían de ella, lo que provocó que parte del ecosistema de la nube de AWS colapsara.
Pongamos esto en contexto para una empresa en Colombia, o una organización que opera en un entorno latinoamericano. Muchas decisiones tecnológicas se toman con base en costos, escalabilidad o imagen hacia el cliente, pero poco se invierte en la inteligencia de dependencia, visibilidad real de servicios críticos, o en diseñar arquitecturas que puedan fallar sin provocar paralización completa. La realidad es que si tu negocio depende de un solo proveedor de nube, un solo datacenter, un solo proceso crítico de negocio que no tiene redundancia o visibilidad, estás a un “pequeño error” de quedarte sin operación.
En el terreno normativo y de cumplimiento —que como consultor he acompañado extensamente— esa vulnerabilidad tiene doble impacto: por un lado, operación afectada; por el otro, riesgo regulatorio o de reputación. Por ejemplo, si un sistema de facturación electrónica se cae porque el proveedor de nube tiene un fallo en bloque, ello puede desencadenar incumplimientos con la Resolución 000042 de 2024 (o la que aplique según el país) para facturación electrónica, o incluso afectar la trazabilidad de datos personales bajo Ley 1581 de 2012 en Colombia. La lección se vuelve doble: no basta con que la tecnología funcione “la mayoría del tiempo”, debe estar diseñada para continuar funcionando incluso cuando uno de sus componentes clave falle.
Ahora bien, ¿qué implicaciones reales tiene este “pequeño error” para tu empresa, tu equipo y tu estrategia 2026–2030 de transformación digital? Primero, es un recordatorio de que la resiliencia y no solo la eficiencia debe estar al centro de nuestra arquitectura funcional. Muchas iniciativas invierten en automatización, IA, plataformas de datos, sin asegurar que ante un fallo crítico seamos capaces de reaccionar sin detener el negocio. En segundo lugar, nos obliga a revisar la manera en que concebimos la dependencia tecnológica: ¿conocemos de verdad cuántos servicios críticos dependen de un solo proveedor o zona geográfica? ¿Tenemos visibilidad de los servicios de nube, APIs, bases de datos y cargas que sin nosotros saberlo podrían generar una paralización? Los incidentes recientes nos indican que la redundancia aparente no garantiza resiliencia real.
Una historia me viene a la mente: hace algunos años, acompañé una empresa manufacturera en Medellín que había automatizado su planta de producción conectando sensores IoT, un sistema en la nube y una app de monitoreo. Todo marchaba bien hasta que un proveedor de infraestructura tuvo un corte regional de energía. La producción siguió funcionando –pero la app de monitoreo dejó de mostrar datos. No se detuvo la planta, pero la toma de decisiones se paralizó, el mantenimiento preventivo no se activó y los directivos sintieron que habían perdido control. Ese escenario menor, sin llamar “crisis”, demuestra la importancia de diseñar para el fallo. En el caso de AWS, lo que empezó con una falla en DNS y base de datos se elevó a un apagón de servicios globales.
Desde la perspectiva de la visión 2026-2030 de TODO EN UNO.NET S.A.S. —que promueve la transformación empresarial funcional, ética y humana— este incidente viene a reforzar la necesidad de que la tecnología sea por la funcionalidad, no la funcionalidad por la tecnología. Es decir, cada diseño técnico debe tener claridad operacional: ¿qué sucede si algo falla? ¿cómo continúo? ¿cómo retorno al negocio? No basta con “tener la nube”, “tener IA”, “tener automatización”. Debemos construir con modelo funcional inteligente, con respaldo, visibilidad, medidas de contingencia, y depender cada vez menos de supuestas “zonas seguras” únicas.
¿Cómo proceder en tu empresa para aplicar estas lecciones? Primero, iniciar un diagnóstico profundo de dependencias: mapear todos los servicios críticos (producción, facturación, ventas, servicios al cliente, soporte, datos), identificar qué proveedor o infraestructura los soporta, y determinar los escenarios de falla. A continuación, definir un plan de resiliencia que incluya redundancia (por ejemplo multi-región, multi-proveedor), visibilidad en tiempo real (monitoreo de dependencias, alertas), y procedimientos de recuperación probados. Después, incorporar en el roadmap de automatización y transformación digital la capacidad de “caída controlada”: automatismos que no solo aceleran procesos, sino que también aseguran que si una parte se cae, hay otro camino. En ese punto, facilitamos la integración entre cumplimiento (datos personales, normatividad), automatización (IA, procesos), y tecnología operativa (nube, IoT). Finalmente, fomentar una cultura organizacional que reconozca la tecnología como medio al servicio de la funcionalidad: procesos, personas, negocio y cumplimiento.
En este primer tercio del análisis, me tomo un momento para invitarte a reflexionar y, si lo consideras pertinente, agendar una conversación con nuestro equipo de TODO EN UNO.NET para explorar cómo aplicarlo a tu contexto y diseñar tu diagnóstico de resiliencia. 📅 Agenda: https://outlook.office.com/book/TodoEnUnoNET1@todoenuno.net.co/s/WCrf7fDpEEWYjPz-Nl7f3w2?ismsaljsauthenabled
Volviendo al incidente: los efectos fueron globales. Empresas de consumo, bancos, plataformas de entretenimiento, apps de mensajería, todos sintieron el golpe. Lo relevante para nosotros es que aunque «solamente» falló un DNS en una base de datos de nube, la interdependencia tecnológica provocó que multitud de cadenas se rompieran. En Colombia, muchos negocios ya confían en servicios en la nube sin tener claro cuántos “eslabones” operativos tienen detrás. El riesgo es empresarial, económico y reputacional. La media de downtime puede parecer menor (horas), pero los costos para marca, clientes, confianza y operación se acumulan. Algunos artículos especializados señalan que el incidente de AWS fue “el despertador” que muchos gerentes de TI y C-Suite necesitaban.
Desde la mirada de transformación digital con sentido, debemos evolucionar en tres dimensiones: operativa, tecnológica y humana. Operativa: definir qué procesos son críticos y qué sucede si se interrumpen. Tecnológica: arquitectura de nube, redundancia, visibilidad, dependencias. Humana: formación del equipo, cultura de resiliencia, mentalidad de “y si esto falla”. Sólo así una empresa se protege ante ese “pequeño error” que no parece importante pero que puede colapsar una operación.
En el contexto colombiano y latinoamericano, un par de factores adicionales requieren atención: la velocidad de adopción de la nube y las plataformas como servicio crece rápidamente, pero muchas organizaciones siguen con modelos de backup, soporte y contingencia tradicionales que no están alineados con la realidad global hiper-interconectada. Además, la normatividad (por ejemplo en privacidad de datos, seguridad de la información, continuidad del negocio) exige que se demuestre diligencia, no solo intención. Por tanto, la resiliencia técnica debe alinearse con la rezonificación regulatoria del negocio. Por ejemplo, si estás sujeto a la Circular 100‑00023 de 2024 (o norma equivalente) sobre continuidad operativa, este tipo de incidente se convierte en prueba de que esa exigencia no es opcional.
También vimos que una caída en servicios digitales afecta la experiencia del cliente: no importa cuántos clientes atraigas, si cuando lleguen al portal o a la app no tienen servicio, la credibilidad se reduce. En la era de la transformación digital, esa credibilidad se construye también en lo intangible: disponibilidad, fiabilidad, confianza. Y cuando una falla en uno de los componentes básicos del ecosistema hace que el servicio desaparezca, el daño es doble: operacional y reputacional.
Ahora bien, ¿qué pasos concretos debería dar una empresa en el próximo quinquenio (2026-2030) para incorporar esta lección dentro de su hoja de ruta? Primero, alinear la resiliencia como parte del valor transformacional, no dejarla como “cosa de TI”. Desde TODO EN UNO.NET recomendamos que en tus iniciativas de automatización e IA, desde el diseño se incorpore la pregunta: “¿qué pasa si esto deja de funcionar hoy?” Luego, diseñar arquitecturas de nube híbrida o multicloud, donde al menos un componente crítico esté replicado en otra región o proveedor. En paralelo, establecer planes de recuperación en menos de X horas/días, probar simulacros de fallo, actualizar políticas de continuidad del negocio. También, integrar al equipo directivo y de operaciones en revisión periódica de vulnerabilidades tecnológicas “minúsculas” pero críticas: actualizaciones, servicios de DNS, dependencias ocultas. Y por último, cultivar una cultura de visibilidad y alerta temprana, donde no solo respondamos a las fallas, sino que anticipemos lo que podría fallar antes de que ocurra.
En términos de cumplimiento normativo, revisa que tus contratos con proveedores de nube, backup y servicios digitales incluyan cláusulas claras de responsabilidad, niveles de servicio, escenarios de contingencia y recuperación. Los modelos tradicionales de SLA ya no bastan, porque muchos servicios críticos ya no están aislados: están integrados, dependen unos de otros, y un fallo común puede impactar a múltiples partes. El incidente de AWS ilustra que inclusive una infraestructura diseñada con redundancia aparente puede tener un punto crítico oculto.
Un último aspecto que quiero resaltar es el económico y estratégico: la resiliencia ya no es un gasto opcional; es parte del valor de la empresa. En un contexto de transformación digital con sentido, como lo promovemos en TODO EN UNO.NET, la funcionalidad real de la tecnología es que garantice la continuidad, la adaptabilidad y la capacidad de recuperación. Si los clientes, proveedores o el equipo interno pierden minutos de operación, la pérdida es real y afecta competitividad.
Durante años he acompañado empresas que avanzan con entusiasmo en automatización, IA, transformación digital, sin detenerse a mirar en detalle qué sucede si uno de los eslabones falla. Ese “pequeño error” que hoy parece remoto puede convertirse mañana en la grieta que paralice la operación, genere incumplimientos, costo oculto y daño de reputación. Entiendo la presión de mantener procesos ágiles, plataformas modernas, rapidez en el mercado; también conozco la trampa de pensar que “todo está bajo control porque está en la nube”. Desde TODO EN UNO.NET acompañamos con un enfoque humano y funcional: analizamos en primera instancia el panorama de dependencia y riesgo, definimos una estrategia alineada a tus objetivos y a la normativa, y acompañamos la implementación de soluciones de automatización, facturación electrónica, cumplimiento de Habeas Data, transformación digital e inteligencia empresarial. Aumentamos la eficiencia de tu empresa con soluciones digitales y normativas, porque la tecnología debe trabajar para tu negocio, no al revés. Y ese acompañamiento no termina cuando el proyecto “se entrega”; incluye seguimiento, actualización y evolución continua para que, ante cualquier imprevisto, tu empresa no solo sobreviva sino se consolide como líder en su sector. Llegar preparados ante incertidumbres aparentemente pequeñas es parte de esa visión 2026-2030 que construimos juntos. Si sientes que puede ser el momento de revisar esa arquitectura, fortalecer tu resiliencia, asegurar que un error pequeño no se convierta en un apagón, estamos aquí contigo. ¿Listo para transformar tu empresa con tecnología funcional?
