La pesada ‘carga mental’ puede
afectar su salud.
Los computadores, los robots, los
sistemas de telecomunicaciones, las autopistas de información, las redes wifi,
el correo electrónico y los dispositivos de automatización, han revolucionado
el mundo de la producción, el comercio y el trabajo, pero también presentan un
lado oscuro para los encargados de utilizarlos productivamente.
Si las enfermedades ligadas a las
nuevas tecnologías son una de las novedades más recientes en la medicina del
trabajo, la denominada ‘carga mental’, un trastorno ligado a los elevados
niveles de atención, concentración y esfuerzo intelectual que impone el
desarrollo tecnológico al trabajador, es una de las últimas incorporaciones al
catálogo de las tecnodolencias.
“Las enfermedades profesionales
ligadas a las nuevas tecnologías, que han surgido en los últimos años, son tan
recientes que en algunos casos su diagnóstico y clasificación aún están por
desarrollar”, explica el doctor Antonio Iniesta, presidente de la Asociación
Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (Aeemt).
Según un estudio reciente de la
Universidad de Huelva, UH (sur de España), la denominada ‘carga mental’ está
aumentando cada vez más entre los profesionales y trabajadores.
En opinión de los expertos de la
Aeemt, este fenómeno puede deberse al desarrollo tecnológico de los últimos
tiempos y a la creciente ‘terciarización’ (participación del sector terciario o
de servicios en el mundo laboral), la cual ha influido decisivamente en la
evolución de la carga de trabajo.
Cada vez más el trabajo requiere
un contacto menos directo con los materiales y su transformación, los cuales
quedan a cargo de máquinas, robots y otros dispositivos.
Ello supone para el responsable
de controlar el funcionamiento correcto de esta maquinaria tener que estar
atento a una serie de señales, conocer su significado y accionar los mandos
correspondientes para conseguir la operación deseada, explica la investigación
de la UH.
Según el doctor Iniesta, la carga
mental podría definirse como “la cantidad de esfuerzo mental deliberado que
debe realizarse para conseguir un resultado concreto”, y está ligada “a la
necesidad de procesar un gran volumen de información y tomar decisiones”.
Este proceso de estar informado y
decidir exige al empleado un estado de atención, o capacidad de estar alerta, y
de concentración, o capacidad de permanecer pendiente de una o varias
actividades durante un tiempo determinado, que pueden conducirle a sufrir
“altos niveles de presión psicológica”, según el presidente de la Aeemt.
EL ESTRÉS ATENTA CONTRA
LA SALUD
El diagnóstico de una enfermedad
profesional depende mucho de la relación causa-efecto, ya que cuando se trata
de un tipo alérgico es más o menos fácil reconocerla, sin embargo “cuando se
debe a sobreesfuerzos de trabajo se tarda más”, explica el doctor Iniesta
El estrés laboral es el segundo
problema de salud más frecuente en la Unión Europea, después de los trastornos
músculo-esqueléticos, según una encuesta del Instituto Nacional de Seguridad e
Higiene en el Trabajo español, que advierte que un 50 por ciento de los
trabajadores tiene estrés.
En el trabajo, este desorden
puede causar una baja de la productividad, un mayor riesgo de accidentes
laborales y un aumento del absentismo.
Según el investigador César
Martínez Plaza, autor del libro ‘Estrés.
Aspectos médicos’ y experto
seguridad e higiene en el trabajo, en el ambiente laboral hay cinco tipos de
estrés, desde el más leve, que es la hiperactividad emocional, hasta el más
severo, que se conoce con el nombre japonés de ‘karoshi’ y puede llegar a
ocasionar la muerte debido al exceso de trabajo en entornos extremadamente
exigentes.
Según un estudio canadiense en el
que participaron 6.719 hombres y mujeres de negocios, de entre 18 y 65 años de
edad, trabajar en empleos altamente estresantes puede elevar la presión
arterial casi dos puntos por encima de lo normal, especialmente en aquellos
profesionales con bajos niveles de apoyo social en el trabajo”, según el
estudio.