El control de natalidad en el país asiático amenaza con volverse en su contra.
La política del hijo único ha creado una generación en China de gente menos
fiable, más reacia al riesgo y menos emprendedora, según un estudio
australiano.
Los autores de la investigación, que fue publicada en la revista Science e
incluyó a más 400 pekineses nacidos en torno a la introducción de la política
del hijo único, dicen que el fenómeno podría tener consecuencias para la
economía de China.
“Las personas que crecieron como hijo único, como resultado de dicha
política, son significativamente menos confiables, menos fiables, más reacias al
riesgo, menos competitivas, más pesimistas y menos concienzudos”, explicó el
investigador de la Universidad de Melbourne Nisvan Erkal.
El estudio “Pequeños emperadores: Impactos en el comportamiento de la
política del hijo único”, basado en la investigación de Erkal, y académicos de
la Universidad de Monash y de la Universidad Nacional Australiana, encontó que
el hijo único es un grupo diferente. Los académicos utilizaron una serie de
juegos económicos en los que las personas intercambiaban o invertían pequeñas
cantidades de dinero o tomaban otras decisiones económicas para medir sus
niveles de fiabilidad, capacidad de asumir riesgos y competitividad.
Compararon a quienes crecían como hijo único con quienes tenían hermanos.
“Analizamos otros factores que podrían explicar este cambio, incluida la edad
de los participantes, el estado civil y exposición al capitalismo”, dijo Erkal.
“Haber nacido antes o después de la política del hijo único explicaba nuestras
observaciones”.
La investigadora Lisa Cameron, de la Universidad Monash, advirtió que estos
cambios en el comportamiento podrían tener consecuencias económicas.
“La gente nacida tras dicha política es menos proclive a realizar actividades
de más riesgo, como el trabajo por cuenta propia”, dijo. “Por lo que puede tener
consecuencias en la capacidad empresarial”, finalizó.
MECANISMO DE CONTROL
China introdujo la política del hijo único en 1979 para combatir el acelerado
crecimiento de su población.
Las parejas solo pueden tener un hijo, salvo que ambos progenitores sean
hijos únicos -situación en la que están autorizados a tener dos niños-.
En el ámbito rural también se permite tener un segundo hijo si la primogénita
es niña. El argumento para sus defensores es que, de lo contrario, el país
tendría 1.700 millones de habitantes, en vez de los 1.300 que posee.