Disminución en el rendimiento de la compañía, costos por enfermedades profesionales y deterioro del ambiente laboral, serían los efectos para las empresas. ¿Cómo manejar este problema?
Si cree que una persona quien vive en función de su cargo es el empleado ideal, píenselo dos veces: los adictos al trabajo son, en realidad, bombas de tiempo corporativas. Enfermedades, disminución de la productividad, deterioro del ambiente laboral, entre otras, son algunas de las consecuencias de tener a un trabajólico (como los denomina la Real Academia Española) en la nómina.
En efecto, una persona que dedica demasiado tiempo a trabajar terminará por agotarse y, además del estrés (que puede desmejorar la calidad de su trabajo y sus relaciones interpersonales) puede manifestar una serie de enfermedades profesionales que resultarían costosas para cualquier. Incluso, hay estudios que demuestran que quien trabaja más de 12 horas diarias tiene 37 por ciento más riesgos de padecer enfermedades que quien tiene una jornada normal.
Este problema se exacerba a medida que el trabajador escala en la línea de mando, y llega a su punto neurálgico cuando este tiene un equipo a cargo. Normalmente, el adicto al trabajo proyecta sus malas costumbres en sus subalternos y los cohíbe de tener comportamientos que, en otras circunstancias, serían considerados normales, como tomar las vacaciones de ley, irse cuando se acaba el horario regular de trabajo, tomar la licencia de maternidad, entre otros.
Catalina Mora, gerente comercial de la consultora GoIntegro, es una de las muchísimas expertas en el tema que coinciden en que tener a un trabajador quien dedique más horas a su vida laboral que personal, tiene más desventajas que beneficios. “Ellos tienen un efecto negativo dentro de la empresa. Desmotivan a los demás y dificultan que una compañía logre sus metas”, afirmó.
En esta misma línea de pensamiento, recomiendan no tomar medidas drásticas como despedir al empleado (pues sería perder a una persona capacitada, altamente motivada) y, por el contrario, utilizar su compromiso con la compañía como la herramienta para reenfocar, de manera positiva, su relación con el trabajo. “Hay que capacitarlos en manejo del tiempo; esto es una tarea sencilla pero muy importante. Las personas deben tener más herramientas para hacer lo que están haciendo de una forma diferente y, quizá, más automatizada”, recomendó Duarte Ramos, gerente general de Hays Colombia.
La ‘antitendencia’
En línea con la sabiduría popular, según la cual “menos es más”, varias compañías se han dado cuenta de que, bien planteados, menos horas laborales se traducen en mayor productividad.
Así lo entendieron, por ejemplo, en Pacific Rubiales donde, incluso, el voluntariado corporativo se realiza dentro de la jornada de trabajo, para permitir que los empleados utilicen su tiempo libre en actividades como pasar tiempo con su familia. Al respecto, Martín López, gerente de compensaciones en Colombia y Ecuador de Mercer, dijo que “las buenas prácticas en las empresas tienden, incluso, a compensar las sobrecargas de trabajo (por proyectos o coyunturas) con días libres o la posibilidad de salir más temprano”. “Además, hay compañías que agregan prácticas que balancean mejor la carga de trabajo frente al tiempo libre. Trabajar desde la casa, salir antes los viernes, aumentar los días de vacaciones, no trabajar el día del cumpleaños, son algunos ejemplos”, agregó.
De este modo, las empresas siguen siendo rentables, retienen al talento y mantienen su buena reputación. Después de todo, la base para una organización exitosa se construye con empleados felices.