Jeffrey Moeller, un agente inmobiliario de San Francisco, está empeñado en que los emprendedores del sector tecnológico gasten menos. «Una startup de cuatro personas me dice: ‘Necesitamos una oficina de unos 900 m2 cuadrados para cuando crezcamos», explica. «Yo les respondo: ‘No, necesitan unos 90 m2’».
«En general, se molestan conmigo», reconoce Moeller, que, tras el estallido de la burbuja tecnológica se encontró con clientes con contratos de alquiler que no podían pagar.
Moeller está resistiendo la presión de las startups que sólo piensan en gastar. La tendencia es especialmente acusada en San Francisco, donde el capital riesgo abunda, la competencia entre las empresas nuevas es muy intensa y los alquileres están subiendo a los niveles del boom tecnológico de finales de los años 90.
Las startups sienten la necesidad de gastar de más en contrataciones, campañas de marketing y en el diseño de sus oficinas, lo que se asemeja a las decisiones que tomaron hace 15 años cuando las empresas menos rentables gastaron por encima de sus posibilidades y luego se estrellaron cuando el mercado cambió de dirección.
Los inversores de capital de riesgo han expresado su opinión en las últimas semanas. Bill Gurley , socio de la firma de inversión Benchmark, afirma que las empresas nuevas de Silicon Valley están quemando capital con más rapidez que nunca desde 1999. Marc Andreessen, cofundador de Andreessen Horowitz, advierte a los emprendedores sobre el aumento del gasto.
Sin embargo, los inversores de capital de riesgo son parte del problema. Los bajos tipos de interés combinados con rentabilidades extraordinarias, como las que generó la venta de WhatsApp a Facebook por US$19.000 millones, han llevado a fondos de pensiones a canalizar dinero al capital de riesgo. Sitios que financian proyectos colectivamente como AngelList han facilitado que las inversiones de los emprendedores.
Este año, 84 empresas de tecnología respaldadas por empresas de capital de riesgo han captado al menos US$50 millones de dólares en rondas individuales de financiación, una cifra que era inconcebible hace unos años, según Dow Jones VentureSource. Las empresas estadounidenses que recaudaron fondos en una tercera ronda o más adelante captaron US$15.590 millones hasta el primer semestre, cifra que casi supera el récord para todo el año registrado en 2000.
Es probable que el ritmo se acelere; las firmas de capital riesgo recaudaron un 53% más de capital en la primera mitad del año que en el mismo período de 2013, según VentureSource. No obstante, un aumento de los tipos o un repentino enfriamiento del mercado bursátil podrían frenar esta tendencia. Mientras, las startups con más capital están gastando mucho dinero en alquileres, salarios, marketing, relaciones públicas, diseño de interiores y beneficios para impresionar a los futuros empleados que parecen no tener límites.
El gasto aumenta a velocidades de vértigo. El salario anual promedio de un ingeniero de software es de unos US$126.000, un aumento del 20% desde 2012, según el portal de empleos de tecnología Dice. Los sueldos de los ingenieros de más alto rango pueden ser el doble o más. Justin Kan afirma que las startups están pagando salarios altos en parte porque pueden. «Cuando ganas mucho dinero con facilidad, es fácil intentar resolver los problemas gastando dinero», explica.
Las empresas pagan altos precios por equipar oficinas con muebles y obras de arte. Algunos alquileres están en niveles récord, y no cualquier oficina sirve. Los emprendedores buscan espacios modernos con las últimas tendencias.
Más preocupante, según Moeller, son las startups con pequeños equipos que buscan espacios enormes y firman contratos de alquiler a largo plazo. Las empresas nuevas están firmando contratos de cinco a siete años, y cada vez más propietarios están presionando para firmar contratos a 10 años en edificios nuevos, que se podrían convertir en una carga si los ingresos disminuyen.