¿Qué tanto protegemos nuestra privacidad?

Por unas gigas, por la opción de publicar fotos o chatear, entregamos datos personales sin miedo.

La privacidad de los datos ha vuelto a estar bajo la lupa.
La privacidad de los datos ha vuelto a estar bajo la lupa.

Una vez más vuelve a la palestra el tema de la privacidad de los datos, de nuestra información, de quienes somos en línea, es decir, de nuestra identidad digital.

Si bien desde la parte legal aún falta por poner en marcha y en práctica los alcances legales de las normas, pues existen en Colombia las herramientasjurídicas para lograr que cualquier servicio en línea maneje de manera responsable nuestra información, la parte del usuario sigue estando a la deriva. Y por culpa de nosotros mismos.

Hoy lloramos y hacemos escándalo por algo que ayer aceptamos sin el menor sonrojo o duda hacia futuro.
Pueden guardar este texto y leerlo cuando surja la siguiente polémica relacionada con la privacidad de sus datos y aplicará sin duda, sin importar la fecha.

Y es que todo parece indicar que a quien menos importa nuestros datos personales es a nosotros mismos. Por unas gigas, por la opción de publicar fotos, o de chatear, jugar, manipular imágenes, etc., entregamos sin pena alguna nuestra información. Completica.

Y no cualquier dato: nombre, edad, domicilio, correos, lugar de trabajo, actividades de esparcimiento, etc. Además aceptamos que todo lo que publicamos en una red social puede ser usado por la marca que aloja nuestro perfil. Incluso dimos clic en 'Aceptar' cuando nos preguntamos si estábamos de acuerdo que nos monitorearan e hicieran trazablidad de nuestros comportamientos y gustos, etc. 

Por ejemplo, podrán decirlo de la mejor manera los amigos de Google, jurar que no hay una lectura semántica sino quirúrgica de palabras clave por parte de 'robots' de software, pero no deja de rayar eso de que aparezcan resultados publicitarios relacionados con lo que escribimos o nos escriben en Gmail.

Información que además cruzan con nuestro comportamiento de navegación, con los datos de nuestro Android, de los videos que vemos en YouTube, en fin. No por nada el Parlamento Europeo quiere cortar con eso de raíz y evitar que servicios como las búsquedas tengan que ver con el cruce de datos de usuarios y su comportamiento en línea.

Dirá Twitter que es por el bien de nosotros y nuestra experiencia, pero eso de que revisen las apps que tenemos instaladas en el teléfono para ‘mejorar’ la publicidad, es lo más cercano al espionaje. Ojalá no lo hagan.

Y ni se imaginan el cuadro de datos que tiene Facebook de cada uno de nosotros, una perfecta red de información personal además entrelazada con la de nuestros familiares y contactos, empleos, gustos, búsquedas, contenidos compartidos, etc.
Es más: cuando tenga tiempo instale esta extensión de Chrome o 'app' para su móvil. Se llama PrivacyFix y le hace un diagnóstico de los sitios y servicios en línea que tienen acceso a su información privada, el uso que le dan, etc. ¡Se va a sorprender!

¿Es eso malo? No se. Lo que sí se es que de otra manera no podrían existir tales servicios. Detrás de todo está la razón de ser del negocio en línea, algo contra lo que no hay mucho que hacer. La gasolina de estas grandes corporaciones es el comercio de nuestros datos para efectos de publicidad, un contrato que aceptamos todos y que ahora algunos gobiernos ven con preocupación. Bonita la hora de espantarse. 

Por eso no deja de ser curioso, por decir menos, que cuando gobiernos y autoridades solicitan monitorear el uso de la Red de ciertos ciudadanos o analizan actividades sospechosas, palabras clave que puedan revelar un posible riesgo de seguridad o combatir un delito, nos quejamos, denunciamos “el horror y abuso absolutos”.

¿No es eso doble moral? ¿Si ya somos tan regalados con nuestros datos y comportamiento en internet, qué más da que sean las autoridades quienes monitoreen en el desarrollo de su labor por el bien común que es mantenernos seguros?

Para mi gusto personal no debería pasar nada de esto. Ni las empresas de internet deberían contar con semejante poder casi ilimitado y poco controlado para acopiar, analizar y mercadear con los datos personales y de comportamiento y uso de internet de millones de personas; y los Gobiernos deberían informanos con total transparencia qué, cómo y cuándo ejecutan sus tareas de monitoreo por temas de seguridad en nuestras redes e información.
El tema es de una inmensa polémica. Para desarticular bandas de pornografía infantil, dar de baja o capturar bandidos, luchar contra la violación de derechos de autor, adelantarse a hechos delictivos, etc., las autoridades han monitoreado la red. ¿Está de acuerdo con lo primero, pero en desacuerdo con lo segundo? ¿Cómo lo solucionaría?

TODO EN UNO.NET

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