Qué tan exitoso será el Apple Watch?

El reloj inteligente presentado la semana pasada, por depender de un teléfono móvil, de pronto no despegará.


El reloj inteligente está de moda. El lanzamiento la semana pasada del Apple Watch fue solo la salida a escena del último gran fabricante que todavía no había puesto un pie en el promisorio mercado de los smart watch. Apple llega con tres años de retraso, cuando ya sus rivales pusieron en los mercados mundiales numerosos relojes de este tipo. Sony, Samsung, LG, Motorola, Huawei y otros nombres famosos en la electrónica de consumo han recorrido un camino en este nuevo mundo de la computación en la muñeca, en donde hay todavía más preguntas que certezas. ¿Para qué sirve realmente un reloj que depende del teléfono móvil, que hay que conectar cada cierto tiempo y cuyas funcionalidades son básicamente las mismas del celular?

Estos dispositivos tienen todavía mucho trecho por recorrer antes de convertirse en artilugios de uso masivo, como lo consiguieron el teléfono móvil y el computador personal. Deberían solucionar una necesidad, como hizo la tableta en relación con el problema de la movilidad, o proponer un uso nuevo, como hizo en su momento el asistente digital o PDA. De no lograrlo, podrían sufrir el mismo destino de las gafas inteligentes, un gadget encantador que permanece por ahora engavetado mientras a alguien se le ocurre para qué podría servir.

El Apple Watch, a quien Tim Cook consideró el más personal de todos sus productos, tiene tres diferentes alternativas: uno para amantes del deporte, otro tradicional y uno costoso y de lujo con baño de oro de ocho quilates. Pero todos tendrán las mismas funcionalidades que son, entre otras, leer y dictar mensajes, interactuar con Siri, medir la presión arterial y el movimiento, y una aplicación que permite comunicarse con otros usuarios de una manera más personal, como por ejemplo con un dibujo hecho a mano alzada. Seguramente aparecerán nuevas aplicaciones para el reloj. Entre las que se mostraron el lunes sobresalen la de American Airlines que permite usarlo para abordar el avión, otra para pedir un taxi y la de la cadena de hoteles Starwood, que permite que el reloj sea la llave de la habitación. 

A pesar de esto, los escépticos se formulan muchas preguntas. La primera es la dependencia del celular debido a que no tienen autonomía sino que deben permanecer cerca del teléfono. La gran pregunta que se hacen estos críticos es si vale la pena comprar un dispositivo que hace lo mismo que el teléfono que la persona lleva en el bolsillo. 

A pesar de esa gran crítica, los relojes inteligentes sí tienen sobradas ventajas: hacen mucho más que solo mostrar la hora y son hijos legítimos de la revolución cultural de hoy: se conectan con las redes sociales; acompañan muy bien al fitness; reconocen comandos de voz; y constituyen el más avanzado producto de la computación vestible, que es la tendencia de futuro al que la industria tecnológica está apostando más fuerte.

Aún más, LG tiene un smart watch, el Urbane LTE que lleva su propia sim card de cuarta generación que permite hablar al estilo Dick Tracy. Motorola ha penetrado los mercados con su modelo Moto 360, un reloj inteligente con diseño de reloj convencional, y es uno de los pocos smart watch disponibles hoy en el mercado colombiano. Los relojes inteligentes están siendo ampliamente utilizados, especialmente en Asia y Europa, para acompañar actividades deportivas. El Apple Watch, por ejemplo, tiene 2 gigas de espacio para almacenar música, de tal modo que el usuario puede salir a correr y cargar unas cuatrocientas canciones, sin necesidad de llevar consigo el teléfono durante la actividad deportiva. Todos estos relojes monitorean las pulsaciones, la distancia recorrida, la velocidad y las calorías gastadas, lo cual resulta útil para los amantes del ejercicio.

Una persona conduciendo el auto puede ver en la pantalla de su reloj quién le llama, con solo una mirada, y dictarle al teléfono un mensaje de texto o de WhatsApp, sin dejar de conducir. Consultar la Wikipedia, ver los resultados deportivos o utilizar un mapa para guiarse en la ruta, todo sin soltar el timón. Para eso sirven, y en realidad la experiencia de uso de un artilugio de estos es encantadora. Es claro que los públicos jóvenes, los consumidores de ingresos medios y los entusiastas de la tecnología digital estarán interesados en adquirir uno en cuanto el presupuesto lo permita.

El otro gran escollo es su apariencia pues lucen como un gadget, no como un reloj y abundan memes que los comparan con un pequeño iPhone pegado a la muñeca. En ese sentido tienen por delante un hueso difícil de roer: el reloj análogo. De hecho, hasta ahora los fabricantes de relojes inteligentes se han enfocado en atacar los mercados de ingresos medios, en donde podrían derrotar a la industria relojera japonesa y china, que fabrica relojes electrónicos basados en cuarzo. Pero no al segmento de lujo liderado por la legendaria relojería suiza, en donde los consumidores que pueden acceder a semejante exclusividad no buscan un artefacto útil y práctico, sino un objeto lujoso de reconocimiento social.

Es poco probable que el usuario de un Patek Philippe, considerado el top de los relojes suizos de lujo, sienta ganas de pasarse a un artilugio que sus hijos no podrán heredar, porque será obsoleto en un par de años, cuando los sistemas operativos móviles lleguen con sus nuevas versiones. El reloj suizo de gama alta, de funcionamiento mecánico, es casi una obra de arte y representa una tecnología artesanal de gran prestigio y varios siglos de historia. “La palabra clave es manufactura; no puedes llamar de lujo a un artículo que sale en una banda industrial en serie, uno cada diez segundos; miles de horas de trabajo de un relojero ponen la magia de la manufactura suiza”, dice Carlos Ariza, gerente de Stenthor, la compañía que representa en Colombia algunas marcas de lujo suizas, como TAG Heuer, Bomberg y Zenith.

La propuesta de Apple, no obstante, parece apuntar a ese mercado. Uno de sus tres modelos de Apple Watch tiene un precio de 10.000 dólares por el revestimiento en oro de la pulsera. El analista de tendencias digitales Enrique Dans cree que habrá de todas maneras montones de millonarios rusos y asiáticos corriendo a comprar uno de estos, pero parece claro que por ahora la gama de lujo de la relojería análoga no se siente amenazada, porque su nicho es diferente. De hecho, no es la primera vez que la relojería suiza debe hacer frente a la amenaza electrónica. En los años setenta la industria japonesa introdujo los relojes de cuarzo y también, como ahora, muchos pensaron que había sonado la campana funeraria para la relojería suiza. Pero no fue así, gracias a la habilidad que la industria de ese país tuvo para mantenerse vigente con una tecnología tradicional.

Sin duda estos aparatos evolucionarán rápidamente, como ya lo han hecho. Los hay con diseños cercanos a los relojes análogos; cada vez tienen mayor autonomía en relación con el teléfono y los precios apuntan a una gama muy amplia de mercados potenciales. La industria digital ha puesto sus esperanzas en él; Apple aspira a vender cinco millones de unidades en los primeros meses.

Probablemente lo logrará, como ha hecho antes con otros productos con los que obtuvo resonante éxito comercial. Lo que está por verse es si este aparato se populariza en el mundo. 

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