Somos seres digitales. El nuevo concepto social del ‘ser’, que se sigue basando en el mismo principio filosófico (sólo ‘soy’ cuando existen otros que validan mi existencia), ahora navega en las vertiginosas aguas de internet.
No estar en las redes sociales es no ‘ser’ en esta era digital. Puede sonar duro, pero asà es. Y muy pronto será más duro de entender. No contar con una identidad digital definida significará a futuro no 'ser'. Por eso muchos nos esforzamos por mantenernos vivos en los ambientes digitales. Encontramos allà un beneficio social de desarrollo de la personalidad y de las distintas dimensiones del ser humano: trabajo, amor, familia, polÃtica, religión, etc.
Publicidad
Yo personalmente trato de tener una presencia digital sólida, robusta, suficiente. Es decir: no abrir cuentas en todas las redes sociales, de manera árida y abandonada, sino de contar, en los canales digitales que tengo, con contenidos, tiempos de 'trabajo' para compartir, escribir, postear videos, fotos, socializar...
Mi ancho de banda personal me da para tener cuatro redes sociales. No más. Tratar de contar con más canales digitales me consumirÃa demasiado tiempo para hacerlo bien. Debo trabajar, ser amigo, esposo, hijo y hermano también.
Por ello, evalúo muy bien antes de acoger una nueva red social. Solo cuando una plataforma social toma fuerza y se perfila como una tendencia sólida, me pongo en la tarea de pensar si valdrÃa la pena acogerla. Y por estos dÃas Snapchat me tiene dudando. Es una red afÃn a mi trabajo, muy usada por personas jóvenes amantes de la tecnologÃa y lo digital. Me gusta además su puesta en escena, la versatilidad para crear y compartir contenidos.
¿Cuál deberÃa eliminar? Twitter, ni de fundas. Es mi preferida. Es un termómetro social fabuloso en el que se intercambia informaciòn útil pero también cosas livianas, humor, sarcasmo. Es además muy multimedia y se conecta con todo.
Linkedin, tampoco me gustarÃa cerrarla. Conoce uno gente increÃble y su nivel de alcance, de valor, es excelente. Los contenidos que allà publico logran un gran enganche, dinamizan y movilizan opiniones muy valiosas de perfiles además altos.
Instagram es la mas nueva que tengo y me gusta su propuesta gráfica. La facilidad de conexión con otras redes también me parece interesante y lo multimedia además me apasiona. Tampoco es opción cerrarla.
Queda Facebook. Su principal beneficio, ese de reencontrarme con amigos y compañeros de colegio, ya lo cumplió hace rato. Tengo más solicitudes de amistad que amigos, pues no me interesa tener a todo el mundo cerca de cosas tan Ãntimas de mi vida. Y mi fórmula es sencilla: si no me siento en confianza para desearle feliz cumpleaños a alguien, lo saco de Facebook.
Me parece además la más predecible de todas. Fotos de vacaciones, ecografÃas, rumbas, oraciones, videos curiosos, mucha grandilocuencia polÃtica que despierta división y polarización, es parte del paisaje normal de Facebook. Nada nuevo. Quiere ofrecer de todo y eso a veces me aburre.
Sin embargo, no me siento capaz de eliminar mi perfil de Facebook. Aún me asusta pensar que puedo 'perder' a la gente que tengo allÃ, pese que a lo mejor, cuando lo analice con mayor tiempo, descubra que en realidad mi canal de comunicación con ellos es WhatsApp u otra plataforma.