Quizás es absurdo pensar que por la época por la que atravesamos, donde diariamente escuchamos sobre delitos cibernéticos y que somos altamente consumidores de diferentes soluciones tecnológicas e internet, aún caigamos en trampas y engaños virtuales, los cuales a la larga solo pueden generar grandes dolores de cabeza.
Navegando en el mundo de la tecnología se encuentran diversos sitios web o aplicaciones, que prometen ciertas funciones pero que en realidad a través de ella solo son succionan información personal, como datos, contraseñas e información de alta privacidad.
Pero más llama la atención, como algunos usuarios por su propia cuenta buscan programas, apps y demás softwares para cometer delitos informáticos, un ejemplo de ellos, es hacer uso de este tipo de herramientas delictivas y filtrarse en diferentes redes sociales, conseguir sus usuarios y passwords, sin saber que a la final ellos son los que saldrán timados.
En el mundo de hoy tener una cuenta de Instagram, Twitter o Facebook que sea popular y muy seguida requiere de un arduo trabajo que precisa de creatividad, compromiso y constancia, por ello no es de extrañar que los usuarios, populares y no tan populares sientan temor de que les pueda ser arrebatado el perfil porque alguien ha sabido cómo hackear una cuenta de Instagram o cualquier otra red social.