COVID-19, ¿cómo salvarnos de la quiebra?

 
El tiempo económico se detuvo debido a la pandemia, pero el reloj financiero sigue avanzando. 

Joseph Stiglitz, Nobel de Economía, asegura que los legisladores del mundo necesitan buscar maneras para que los deudores salgan de apuros durante la debacle posterior a la pandemia por COVID-19 
Quiebra sistémica por COVID-19 

EF-BLOOMBERG.- La crisis financiera que que ha provocado la pandemia de COVID-19 a nivel global plantea un escenario de quiebra sistémica. Los movimientos de las empresas son interdependientes: dejar de pagar lo que se debe debilita a los acreedores, lo que hará que ellos no puedan pagar a los suyos y así sucesivamente. 

Si bien se pueden tomar medidas para evitar la quiebra sistémica, no está claro si los gobiernos y los bancos centrales en todo el mundo las implementarán a tiempo. De acuerdo con Joseph Stiglitz, economista ganador del Premio Nobel de Economía, la mejor manera de evitar el estancamiento de la deuda es utilizar el apoyo del gobierno para mantener el número de quiebras por debajo del punto de inflexión en el que se vuelven sistémicas. 

Stiglitz asegura que la alternativa debería ser apoyarse en políticas para mantener una empresa operando. Dicho mecanismo resolvería los problemas de muchas compañías a la vez bajo los auspicios de un supervisor designado por el gobierno. Sería rápido, mantendría la gestión y consideraría más a los trabajadores y menos a los acreedores que en las quiebras convencionales. 

En algunos casos, el gobierno federal inyectaría dinero a cambio de acciones, por lo que los contribuyentes obtendrían una parte del potencial de crecimiento. Las empresas a las que no les guste la oferta podrían probar suerte con una quiebra tradicional. 

La bancarrota sistémica es más que una amenaza remota. El salto récord en las solicitudes iniciales de seguro de desempleo en países como EEUU muestra que las empresas están en extrema angustia y muchos consumidores tienen problemas para pagar sus cuentas. 

El problema subyacente es que, como lo expresó el economista de Harvard, Lawrence Summers, el tiempo económico se detuvo debido a la pandemia, pero el reloj financiero sigue avanzando. Los pagos de intereses y alquileres siguen su curso, pero el dinero para cubrirlos se ha agotado. Sin embargo, una moratoria general de todas las obligaciones financieras no es la solución correcta. Esta beneficiaría a algunos deudores individuales y comerciales acomodados que no requieren la ayuda y perjudican a otros que necesitan los pagos, como una pareja de ancianos que vive del alquiler de uno o dos inquilinos. 

Lo que se necesita, menciona David Skeel, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Pensilvania, es una bandera amarilla como la que ondea en una carrera de autos cuando hay un accidente. La bandera no detiene el movimiento, pero bloquea todos los autos, en este caso, todos los deudores y acreedores, en el mismo orden para que nadie obtenga una ventaja durante la pausa. 

Por ejemplo, la Ley CARES de 2.2 billones de dólares que el presidente Trump firmó el 27 de marzo, y las acciones monetarias de la Reserva Federal, intentan agitar una bandera amarilla para la economía de EU. El proyecto de ley de estímulo incluye subvenciones a familias y préstamos a empresas que serán perdonadas si no reducen el personal. 

Sin embargo, las compañías que carecen de calificaciones de bonos de grado de inversión también tienen menos acceso a la ayuda, aunque algunas son elegibles para el Programa de Protección de Cheques de Pago de la Administración de Pequeños Negocios o el próximo Programa de Préstamos Comerciales de la Reserva Federal. Los críticos mencionan que algunos de esos deudores, como las empresas que pidieron mucho dinero prestado para aumentar sus retornos de inversión en espera de mejores tiempos, no deberían ser rescatados. Pero Lee Shaiman, director ejecutivo de la Asociación de Sindicación y Negociación de Préstamos, asevera que las circunstancias son tan extremas que todas las compañías deberían ser elegibles para recibir ayuda, independientemente de su calificación de inversión: “Veo esto como un meteorito que golpea la Tierra. Nunca podría haber sido anticipado”. 

Lo mismo sucedió en la crisis financiera de 2008-2009, que enfrentó a quienes favorecían los rescates para la economía contra quienes se oponían a ayudar a los peces gordos. Stiglitz menciona que algunas reglas simples pueden separar a los que lo merecen de los que no. Sin tales reglas, advierte, “esto podría ser un proceso prolongado. Si se trata de un proceso largo, aumenta la probabilidad de quiebra sistémica”.

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