La mañana empieza con una alarma silenciosa: un ingeniero de operación descubre lecturas anómalas en un sensor de presión conectado por IIoT a una estación de bombeo. El tablero marca verde, pero la telemetría llega con retrasos, paquetes duplicados y un pico imposible de temperatura. Mientras el gerente revisa indicadores comerciales y el equipo de TI corre parches atrasados, nadie nota que un gateway no autenticado, instalado como “temporal”, quedó expuesto a internet con credenciales por defecto. Horas después, la estación entra en modo seguro, se afecta la continuidad del servicio y un contratista comparte por WhatsApp una foto del “apagón” local. Esta escena —que he visto repetida en Colombia y fuera— retrata el riesgo real: el IIoT nos dio eficiencia, pero sin seguridad de extremo a extremo abre puertas invisibles a fallas operativas, fraudes y ciberataques que no esperan permiso para entrar.
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En más de tres décadas asesorando empresas y entidades del sector energético he comprobado que los saltos tecnológicos siempre llegan primero por eficiencia y recién después por seguridad. La convergencia IT/OT y la adopción acelerada de sensores, gateways, nubes industriales y analítica en tiempo real nos han permitido medir caudales, predecir fallas en transformadores, optimizar cargas y reaccionar a la demanda; pero también han extendido el perímetro de riesgo desde el cuarto de control hasta el último poste con un concentrador LTE mal configurado. En Colombia, la discusión ya no es si el IIoT aporta valor —lo aporta—, sino si estamos desplegándolo con el rigor mínimo que exigen las infraestructuras críticas. La Política Nacional de Confianza y Seguridad Digital y la Estrategia Nacional de Seguridad Digital 2025 insisten en fortalecer la resiliencia de infraestructuras críticas y proteger activos digitales, un mensaje que en energía debe traducirse en arquitectura segmentada, gestión de vulnerabilidades y gobierno de identidades, no en un PDF bonito que duerme en una intranet.
Cuando hablamos de riesgo en IIoT conviene desarmar tres creencias cómodas. La primera: “si no se ha caído, está seguro”. Falso; en OT el silencio operativo suele ocultar exposición crónica. La segunda: “es cosa de TI”. Tampoco; los dominios OT tienen requisitos de disponibilidad y seguridad funcional que no calzan con parches improvisados ni con reinicios de madrugada. La tercera: “somos pequeños para interesar a un atacante”. Error; los adversarios automatizan exploraciones buscando puertas conocidas, y la cadena de suministro ofrece atajos para llegar a actores mayores. He visto pymes con gateways sin hardening y concesionarios con VLANs planas donde un portátil infectado habla con RTUs sin siquiera pedirle un saludo cifrado. Este no es un regaño: es un llamado práctico a admitir que el IIoT bien hecho exige método, estándares y cultura.
El mapa regulatorio y de buenas prácticas ofrece brújulas concretas. NIST SP 800-82 r3, guía de referencia en seguridad de Tecnología Operacional (OT), baja a tierra topologías, amenazas típicas y controles recomendados para ICS/OT, y es perfectamente aplicable a ambientes IIoT cuando se integran a procesos industriales. Allí se insiste en separar dominios, endurecer dispositivos, gestionar parches con conciencia de seguridad funcional y monitorear con telemetría pensada para OT. Para quien lidera una empresa de energía en Colombia, leerla no es opcional: es un manual de supervivencia.
En paralelo, la serie ISA/IEC 62443 define requisitos de ciberseguridad para sistemas de automatización y control industrial, con foco en procesos, ciclo de vida y niveles de seguridad por zonas y conductos. En 2024 y 2025 se publicaron actualizaciones relevantes —como ANSI/ISA-62443-2-1-2024— que refuerzan gobierno, supply chain y la realidad de activos legacy con más de veinte años en producción. Si tu subestación tiene PLCs sin soporte del fabricante, no se trata de “llevarlos a cero hoy”, sino de instrumentar compensaciones: segmentación, whitelisting de protocolos industriales, listas de control de acceso en puertos, autenticación fuerte hacia historiadores y DMZ industrial para analítica en nube. Eso es 62443 aplicado con criterio, no dogma.
El panorama de amenaza se ha intensificado. CISA publica de forma continua avisos ICS con vulnerabilidades críticas en dispositivos y plataformas usadas en energía; los ciclos “Patch Tuesday” de fabricantes como Siemens, Schneider y ABB son ya una rutina ineludible. En 2025, múltiples avisos recordaron que los componentes en campo —de bibliotecas criptográficas en firmware a servicios web en gateways— pueden comprometerse con vectores que van de inyecciones a desbordamientos, y que la explotación práctica no requiere un “hacker de película”, sino un script y paciencia. Esto, sumado a campañas que históricamente han apuntado a redes eléctricas (como las documentadas por MITRE ICS-ATT&CK), exhibe una lección: la seguridad en IIoT no es un proyecto, es un proceso continuo donde visibilidad y respuesta pesan tanto como el control preventivo.
En Colombia, la conversación se mueve. Además de la Estrategia Nacional de Seguridad Digital 2025, documentos lineamientos del MinTIC para identificación de infraestructuras críticas y normas técnicas conexas (como el RETIE 2024 en el ámbito eléctrico) empujan a madurar gobernanza y controles. Y mientras asociaciones y foros técnicos actualizan competencias en operación segura, la realidad en campo exige acelerar: inventarios de activos OT/IIoT vivos, clasificaciones por criticidad, y un régimen de cambios que no permita que “lo temporal” se convierta en “permanente hasta que falle”. La política pública marca el norte; al empresario le corresponde bajar ese norte a checklists, contratos y KPIs de ciberresiliencia operativa.
Ahora, llevemos esto a tu día a día. Si eres gerente multitarea de una comercializadora regional, quizás hoy mides pérdidas no técnicas, continuidad, calidad de energía y reputación. Un incidente IIoT no siempre “apaga la luz”: a veces degrada la capacidad de planear mantenimiento, sesga analítica de demanda, altera umbrales de protección, o te deja ciego ante una alerta de vacío en tanque por una hora. Ese costo invisible se traduce en decisiones peores y multas evitables. Si eres empresario industrial que instaló sensores para mantenimiento predictivo, el mismo gateway que te da vibración y temperatura puede servir de pivote hacia tu ERP si alguien dejó credenciales por defecto y un túnel abierto a la nube. Si eres técnico o estudiante, tu reto no es “probar que sabes 62443”, sino aprender a tender un puente entre seguridad y operación, hablando el idioma de la disponibilidad y la seguridad de proceso.
¿Qué causa esta exposición? Primero, deuda técnica: activos legacy atornillados a procesos que no paran. Segundo, deuda cultural: proyectos IIoT liderados por áreas de negocio que compran “cajas inteligentes” sin arquitectura ni plan de ciclo de vida. Tercero, deuda contractual: proveedores que prometen “plug & play” y dejan configuraciones por defecto, actualizaciones sin ventana y telemetría sin cifrado robusto. Cuarto, deuda de procesos: compras que no exigen SBOM, inventario de activos ni validaciones de seguridad previas a producción. Quinto, deuda de talento: roles confundidos, donde a tecnología se le pide milagros con tres personas y un presupuesto de ofimática. Nada de esto se arregla con un “apague y reinicie”, pero todo puede mejorar con método.
Cuando me piden “una receta rápida”, respondo con una base mínima imprescindible que no se negocia. Visibilidad primero: inventario de activos OT/IIoT, firmware, servicios habilitados y exposiciones a internet. Segmentación después: zonas y conductos según 62443, DMZ industrial y VLANs separadas con reglas explícitas capa 3/4, más microsegmentación donde haya crown jewels. Endurecimiento: desactivar servicios innecesarios, rotar credenciales por defecto, MFA donde sea viable (al menos en salto hacia DMZ), listas de control de acceso en los propios equipos, y permitir solo protocolos y funciones indispensables. Gestión de parches y vulnerabilidades con criterios de seguridad funcional: no todo se actualiza igual ni al mismo tiempo; se evalúan riesgos, se prueba en banco, se despliega en ventanas acordadas. Monitoreo OT real: no un SIEM genérico, sino telemetría con decodificación de protocolos industriales, detección de anomalías en procesos y alertas accionables para plantistas y SOC. Y, por supuesto, plan de respuesta que contemple seguridad funcional: la pregunta no es si nos atacan, sino cómo contenemos sin romper la operación.
Aquí entra la disciplina de estándares. NIST SP 800-82 r3 entrega pautas claras para separar dominios, monitorear y responder en OT; 62443 te ayuda a diseñar por zonas/conductos, definir requisitos por roles (propietario de activo, integrador, proveedor) y exigir aseguramiento en ciclo de vida, incluidas pruebas de seguridad y parches en tiempos razonables. Actualizaciones recientes refuerzan supply chain y gobierno, temas críticos cuando un proyecto de subestación o un parque solar depende de terceros. Si hoy compras gateways IIoT, pide SBOM, evidencia de pruebas, y compromiso de parches. Si operas plantas, pide a tus integradores que documenten flujos, justifiquen cada puerto abierto y entreguen un diccionario de datos para monitoreo. Esto no es burocracia; es motor de continuidad y ahorro.
Comparar Colombia con el mundo ilumina brechas y oportunidades. En Estados Unidos, además de NIST 800-82, la presión de agencias como CISA y reguladores sectoriales mantiene un caudal constante de avisos ICS y directrices prácticas que empujan a cerrar vulnerabilidades en equipos de uso masivo; los operadores han aprendido, a fuerza de incidentes y de seguros cada vez más exigentes, que la visibilidad OT y la segmentación no son “nice to have”. En la Unión Europea, el paraguas regulatorio —NIS2, normativas sectoriales y guías técnicas— acelera la exigencia de gestión de riesgo y reporte. En LATAM, OLADE registra avances normativos orientados a la transición energética, donde la digitalización trae consigo mayores responsabilidades de seguridad; algunos países avanzan en marcos de ciberseguridad sectorial y ejercicios de capacidad. Colombia no está atrás en la conversación estratégica, pero la ejecución en campo es desigual: conviven utilities con SOC OT y microsegmentación madura con pequeños operadores que aún confían su red a un router SOHO sin hardening. El reto es cerrar esa brecha con planes realistas y medibles.
Pongamos nombres a decisiones cotidianas. Cuando te ofrezcan una “plataforma IIoT unificada”, pregunta dónde vive cada componente, qué puertos abre, cómo se autentican los dispositivos, cómo rota llaves, cómo registra y protege logs, y cómo actualiza firmware sin apagar la planta. Pide ver un diagrama L3/L4 con zonas y conductos, no una infografía de marketing. Exige que los dashboards no tengan usuarios compartidos y que los accesos remotos usen jump servers con registro y MFA. Asegura que el historiador no hable directo con la nube pública y que la DMZ industrial no se convierta en un “patio trasero” sin reglas. Define KPIs que importan: porcentaje de activos descubiertos vs. inventario, tiempo medio de parchado por criticidad, falsos positivos en monitoreo, tiempo de contención sin impacto en seguridad funcional, ejercicios de mesa con áreas de operación. Y blinda contratos: que el proveedor responda por hardening, parches, documentación y transferencia de conocimiento, y acepte pruebas de intrusión en entornos controlados.
El lector técnico me preguntará por amenazas específicas. Hoy vemos explotación de servicios web embebidos en gateways y PLCs, abuso de protocolos industriales sin autenticación, pivoting desde redes IT hacia OT por credenciales débiles, y manipulación sutil de telemetría para afectar decisiones operativas. La IA también aparece en ambos lados: ayuda a detectar anomalías, pero también a automatizar reconocimiento y a generar payloads más astutos. La defensa no es magia: reduce superficie, sube el costo del atacante, detecta más rápido, responde con criterio de proceso y ensaya lo suficiente para que la primera vez no sea el día que “algo se cayó”. Un SOC que no entiende Modbus o IEC-104 ve poco; un equipo de planta sin respaldo de ciberseguridad se frustra. La solución es conjunta.
En el primer tercio de tu plan, debes decidir con madurez si actuarás ahora o cuando un incidente te obligue con más costo y menos margen. El camino práctico inicia con un assessment OT/IIoT de 4–6 semanas que te entregue visibilidad, prioridades y quick wins de alto impacto, más un backlog para el próximo semestre. Si necesitas acompañamiento desde la experiencia, aquí estoy para ayudarte con diagnóstico, plan y ejecución, sin promesas de humo y con métricas de negocio.
¿Cómo te acompaño desde TODO EN UNO.NET, de forma concreta y ejecutable? En análisis inicial, levantamos arquitectura, descubrimos activos IIoT y OT, medimos exposición a internet, revisamos contratos y evaluamos gap contra NIST 800-82 y 62443. En definición estratégica, priorizamos por riesgo-operación, diseñamos zonas y conductos, establecemos políticas de acceso y parcheo, y pactamos un esquema realista de monitoreo con telemetría OT. En implementación y acompañamiento, bajamos a reglas de firewall, listas de control de acceso, hardening en gateways y PLCs, pilotos de microsegmentación, playbooks de respuesta y ejercicios de mesa con operación y TI. No traigo una “plantilla” universal; combinamos tu realidad, tu presupuesto y tu urgencia para construir un PMV de ciberseguridad operativa que entregue resultados en semanas, no en años. Este es el tipo de trabajo que hemos hecho desde 1995 con organizaciones que miden su éxito en continuidad, seguridad y confianza.
En la recta final, vuelve a la escena del inicio y pregúntate: ¿qué hubiéramos visto distinto si el gateway temporal hubiese estado en una zona de baja confianza? ¿Si el acceso remoto exigiera MFA y registro? ¿Si el monitoreo alertara por atraso anómalo en telemetría o por funciones fuera de perfil en el protocolo? ¿Si tu equipo hubiera ensayado un playbook que separa rápido la falla de proceso del incidente de seguridad? Esa es la clase de madurez que se construye por capas, con método y con un socio que camina a tu lado, no que te vende una caja y desaparece.
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Cuando cierro un proyecto con una empresa de energía o con un operador industrial, suelo decir algo que hoy te comparto: la seguridad en IIoT no es un lujo ni un seguro contra incendios que esperas no usar; es la forma en que conviertes tu transformación digital en una ventaja sostenible. Con un Producto Mínimo Viable de ciberseguridad operativa puedes en semanas lograr visibilidad real de activos, cerrar las tres puertas más evidentes y poner a tu SOC a ver lo que importa en OT. A partir de ahí, el ciclo Atracción–Conversión–Fidelización se vuelve tangible: atraes talento y aliados porque operas con estándares; conviertes porque demuestras continuidad y datos confiables; fidelizas porque acompañas a tus clientes internos y externos con procesos sólidos que resisten sustos. Nuestra propuesta de valor es simple y medible: “Aumentamos la eficiencia de tu empresa con soluciones digitales y normativas.” No lo digo desde un escritorio; lo afirmo tras más de 30 años de campo, estudio constante y certificaciones que renuevo porque el adversario no descansa. En TODO EN UNO.NET practicamos una filosofía que evita el ruido: observar con rigor, planear con realismo y ejecutar con disciplina. Si nos eliges, no te prometo un mundo sin incidentes; te ofrezco una ruta para que los incidentes no arruinen tu operación, para que tu gente duerma mejor y para que tu reputación suba un peldaño cada trimestre. Ese es el liderazgo que Colombia necesita en su infraestructura energética: que la tecnología no se sume por moda, sino que se traduzca en funcionalidad, eficiencia y cumplimiento normativo. Con nosotros, no solo te transformas: te conviertes en referencia de tu sector, capaz de competir en un entorno donde la resiliencia operativa es la nueva ventaja.
