Así como la visión de hombre de la logoterapia es fundamental para poder establecer quién es el hombre y como vive su vida, es clave establecer, desde nuestra visión quién o qué es la empresa y cómo podemos abordar su comportamiento y su posibilidad de desempeñarse dentro del mercado particular del que participa y de la sociedad en general.
Para llegar a una definición de
la empresa desde la logoterapia, debemos retomar momentáneamente la visión del
hombre, un ser libre, trascendente, compuesto por una dimensión física, una
psicológica y una existencia o espiritual. Ésta última es la que lo capacita
para enfrentar consciente y productivamente los desafíos y retos de la vida.
La dimensión existencial, se
compone de varios elementos, a saber, la libertad, la responsabilidad, la
auto-trascendencia, el auto-distanciamiento, y la voluntad de sentido.
Estos elementos son los que
permiten que el hombre sea capaz de superar aquellas condiciones que lo limitan
de una u otra manera. Son las herramientas existenciales con las que cuenta
para poder consolidar una vida autodirigida y no una vida dirigida por las
circunstancias.
Estas dos posiciones, tanto la de
ser autodirigido como ser dirigido por las circunstancias, se dan dentro de la
experiencia vital del hombre, lo que algunos filósofos llaman el campo de
experiencias.
Cada ser humano, pasa su vida
dentro de su propio campo de experiencias, es dentro de este campo de
experiencias que él conoce, comprende, construye y se relaciona. El campo de
experiencias de cada uno es único, y no puede ser completamente conocido por
otros.
Una de las más comunes
explicaciones para ver el campo de experiencias es la famosa “ventana de
yohari”, que si bien no hace parte de las nociones de la logoterapia, nos sirve
en este punto para explicar de manera sencilla el concepto.
La ventana de yohari, habla de
que en todos los seres humanos existen partes de la personalidad que son
conocidas por sí mismo y otras desconocidas por sí mismo, así como partes
conocidas por los demás o desconocidas por los demás. De ésta forma, la ventana
nos da la siguiente configuración:
Partes de la personalidad
|
Conocido por uno mismo
|
No conocido por uno mismo
|
Conocido por otros
|
Abierto
|
Ciego
|
No conocido por otros
|
Oculto
|
Desconocido
|
El campo de experiencias del
hombre, es personal dado que sólo cada uno puede ser completamente consciente
de cuales han sido sus experiencias. Algunas de esas experiencias se muestran
abiertamente, mientras otras se mantienen privadas; otras experiencias son
percibidas por los demás de forma muy distinta al propio individuo, dado que ni
él mismo es completamente consciente de sus motivos, y otras más pasan por
completo desapercibidas para él y para los demás.
De esta forma el campo de
experiencias de cada uno, se crea por la conjunción entre mi propia y personal
experiencia vital, y por la relación que genero con el resto de las personas
que me rodean, estas experiencias están matizadas y son asumidas o no, a través
de las dimensiones que más arriba mencionamos.
Para la empresa, existe una
característica fundamental, y consiste en que es, de alguna forma, la “suma” o
el cruce de los campos de experiencia de las personas que la conforman,
Schvarstein (2001) la define como “un campo fenoménico [de experiencias] de
interacciones específicas”.
A partir de allí, podemos decir
que la empresa tiene, por consiguiente, las mismas dimensiones que las
personas, dado que las hereda de estas. Esto es lo que me gusta llamar
“organización existencial” o, más técnicamente, “ontología dimensional
empresarial”.
Analicemos por un momento como
estas dimensiones afectan la vida de la persona, y de paso la de la
organización.
La dimensión física de la
persona, está conformada por su cuerpo físico, su genética, sus capacidades
físicas y sus limitaciones, está dimensión nos impone límites y nos ofrece
multitud de oportunidades (como habíamos visto en un texto anterior).
En la organización la dimensión
física incluye las instalaciones, los elementos de protección personal, los
recursos para realizar el trabajo, las mercancías, y otros componentes
“tangibles”, tales como la estructura organizacional y el capital de trabajo.
Estas condiciones de la
organización le imponen por supuesto ciertas limitaciones, limitaciones que,
como veremos más adelante, son superadas solo a través de la posibilidad de
utilización de la dimensión existencial, pero también ofrece numerosas posibilidades
a través de las cuales la organización se relaciona con el mercado, y desde
donde desarrolla su actividad.
La dimensión psicológica de la
persona, es característica de cada una, lo diferencia de los demás en muchos
niveles, y es una de las principales explicaciones para el comportamiento de
las personas. Ésta dimensión contiene los recuerdos de las experiencias
pasadas, los recursos psicológicos con los que contamos, nuestra educación,
nuestro lenguaje, en otras palabras, nuestra personalidad.
La dimensión psicológica de la
organización es, igualmente, la personalidad de la organización, dentro de ella
se establece lo que conocemos como cultura organizacional, las políticas del
manejo del personal y del cliente, el desarrollo de los contratos psicológicos
entre la organización y el trabajador, etc.
Tanto para la persona como para
la empresa, la dimensión psicológica es fuente de múltiples recursos y
limitaciones. Nuestra historia de aprendizaje anterior, a nivel personal, nos
lleva a buscar estrategias para protegernos, cambiando (en ocasiones
permanentemente), nuestra manera de afrontar el mundo tanto como la historia de
la empresa en el mercado le lleva a tomar decisiones que cambian radicalmente
su manera de ver el negocio, de tomar decisiones financieras, comerciales y en
general de llevar adelante su participación en la sociedad.
De esta misma forma, las
estrategias de supervivencia que se perpetúan en nuestra dimensión psicológica,
se encuentran también en la cultura de la organización.
La dimensión existencial que es
característica del ser humano, como habíamos dicho arriba, se hereda a las
organizaciones, de esta manera, la organización obtiene la posibilidad de la
libertad, la responsabilidad, la auto-trascendencia y el auto-distanciamiento.
En términos de la libertad, se
puede analizar desde al menos dos perspectivas diferentes: la libertad como
permiso para y la libertad como posibilidad de.
La libertad, generalmente se
entiende como el permiso que nos damos a nosotros mismos, o que nos dan los otros,
para hacer algo en particular. Así, la libertad de expresión es el permiso para
decir lo que quiera y cuando quiera, la libertad sexual es el permiso para
tener sexo con quien quiera o cómo y cuando quiera, la libertad de empresa, es
la posibilidad de tener el negocio que quiera y manejarlo como quiera.
Sin embargo, ésta libertad es
casi siempre limitada por reglamentaciones, leyes y normas de diferentes tipos
(morales, sociales, jurídicas) que evitan que nos salgamos de un contexto
particular; no puedo decir lo que quiera cuando quiera, porque si acuso a una
persona de un delito que no cometió, yo cometo el delito de calumnia. No puedo
tener relaciones con quien quiera como cuando y donde quiera si esa persona no
está de acuerdo, o si es menor de edad. No puedo hacer una empresa cualquiera
si la empresa se dedica a un negocio ilegal tal como la trata de personas.
De esta manera se llega a la
posición de que no existe libertad. Pero, la segunda visión que es la de la
libertad para, nos muestra cómo, a pesar de los condicionamientos sociales,
jurídicos, morales etc. Siempre tenemos la posibilidad de.
A pesar de existir leyes que
obligan a las personas a sostener a sus hijos, muchos evaden la
responsabilidad.
A pesar de que lo correcto es estudiar para el examen, muchos
estudiantes deciden hacer trampa. A pesar de que si saltan de un sexto piso
pueden salir seriamente lastimadas, muchas personas saltan desde allí.
No importa la limitación que
veamos, siempre podemos tomar una posición frente a ella, para Frankl (2004)
“al hombre siempre le queda la última de las libertades, la libertad de tomar
una posición frente a lo que le sucede”.
Existen muchas cosas que no
podemos controlar en nuestra vida (tales como las leyes, los accidentes, las
enfermedades o la muerte), pero frente a ellas, es donde cabe que tomemos
posición y decidamos la mejor forma de enfrentarlas una forma productiva
controlada por nosotros. Estas cosas incontrolables de nuestra vida, en
logoterapia se consideran el destino (no en términos de algo a donde llegamos
por donde sea que nos dirijamos, sino a algo que está más alá de nuestra
capacidad de control).
Así como la persona puede
enfrentarse al destino a través del uso de su libertad, la empresa puede
enfrentarse a la determinación más grande que es la del mercado.
Vamos a entender mercado en un
contexto general aquí, no solo comercial sino jurídico, normativo, financiero,
impositivo y relacional. En este sentido, toda limitación o dificultad que
puede presentársele a la empresa, es afrontada desde la posibilidad de libertad
que la empresa tiene.
Si la práctica usual de un sector
es la corrupción, una compañía puede buscar alternativas que lo lleven a
participar del negocio sin participar de la corrupción. Sólo porque el cliente
es exigente, no significa que la compañía debe presionar a los empleados al
punto de comprometer su identidad y su salud. Sólo porque los jefes desconocen
versiones alternativas del negocio, no se deben ignorar las ideas de los
trabajadores.
Una compañía tiene siempre la
opción de considerarse a sí misma como víctima de la situación en el mercado o
como protagonista de la historia social que quiere construir. Puede ser
simplemente parte de la maquinaria comercial, o un ente social constructor de
un mejor mundo para todos.
En cuanto a la responsabilidad,
para el hombre consiste en la posibilidad de ofrecer una respuesta a lo que la
vida le pregunta a través de las diversas situaciones en las que se ve
involucrado. La responsabilidad es, pues, una visión productiva de las dificultades,
en el sentido de que cada cosa que resulta de la forma en que yo no quería que
resultara, no es un fracaso, sino más bien es una pregunta que la vida me está
haciendo; ¿Qué faltó para que el negocio funcionara?, ¿Qué habría hecho
diferente para lograr rentabilidad?, ¿Qué estrategias de control puedo
implementar para evitar la pérdida de materiales?. Estas Reemplazan
afirmaciones como, ese tipo me tumbó, ese negocio no sirve, todos los empleados
son unos ladrones.
Cuando asumimos las dificultades
o los contratiempos como preguntas de la vida, en lugar de castigos o mala
suerte, tomamos un protagonismo central en la construcción de nuestro propio
destino, abrimos la posibilidad a la construcción de la vida que soñamos
Nuevamente, en este punto la
organización también hereda esta responsabilidad, es decir, un gerente puede,
en lugar de buscar excusas para despedir a las personas, preguntarse qué le
falta a él para lograr que los otros hagan lo necesario. En lugar de buscar
formas de atropellar a la competencia por un pedazo de mercado, puede
preguntarse qué es lo que el cliente aprecia más que el precio para atraerlo
con una nueva necesidad suplida.
Una organización así, asume su
responsabilidad social no solo como la obligación de cumplir con unos requisitos
que generan imagen para atraer ventas, sino como el reto de mejorar la cadena
de valor desde todas las perspectivas respondiendo a los desafíos que la
sociedad le plantea como constructora del mundo.
Para una persona, el
auto-distanciamiento es la capacidad de alejarse de sí mismo y verse en
situación. Es la posibilidad que tiene de “ver sus propios toros desde la
barrera” de ver, desde una perspectiva diferente a la manipulada por la emoción
del momento, lo que está sucediendo.
Un ejemplo de esto es cuando,
para solucionar un conflicto con mi pareja, decido “ponerme en sus zapatos” y
hago el ejercicio de pensar por un momento como si yo fuera ella. Este
ejercicio, me permite ver de qué manera ella puede estar viendo las cosas.
Pensar como mi pareja, me permite vislumbrar cosas que antes no veía. Además
podríamos intentar pensar como un tercero que estuviera viendo el conflicto (un
tercero imaginario) y así valorar aquello que está pasado en la relación.
La organización tiene la misma
capacidad, puede tomar distancia de la situación, pensar en la posición del
cliente desde su perspectiva, o pensar en la posición del gobierno frente a una
determinada temática, o, tal vez, pensar desde el punto de vista de la
competencia, frente a las estrategias de construcción del mercado o la
estrategia comercial.
La auto-trascendencia, consiste
en la posibilidad que tenemos las personas de ir más allá de nuestras propias
necesidades e intereses y así dirigirnos a una causa mayor a la que adherimos o
a una persona a la que amamos.
Claro ejemplo de esto, es la
madre o el padre que hacen grandes sacrificios personales (a veces incluso
físicos), para garantizar el bienestar de sus hijos. O el religioso que entrega
su vida completamente a su fe y a su comunidad. O el soldado que sacrifica su
vida en función de su amor por la patria.
Así mismo la organización tiene
la posibilidad de ir más allá de sus meros intereses económicos, tiene la
capacidad para dirigirse hacia un propósito trascendente, uno que ayude a sus
miembros a llenarse de sentido.
Una misión clara, con unos
valores bien definidos y aplicados congruentemente en el día a día, puede ser
una de las mejores estrategias para lograr el nivel de compromiso y de “chispa”
necesarios para el hallazgo de sentido. (Blanchard 2004).
Una empresa pues, definida desde la logoterapia, que
considera el elemento humano mucho más allá de recurso, capital o medio de
producción; que considera el factor existencial de su actividad y su papel como
ente constructor de sociedad, es probablemente el mejor camino para dirigir a
esta humanidad acosada por las dificultades y catástrofes (ambientales,
económicas, sociales, etc.) hacia un futuro de sostenibilidad y mejor calidad
de vida para todos