Paul Miller acabó de terminar su experimento: estar 'offline' 365 días.
La idea de que Internet podría ser un estado antinatural para los seres
humanos, y el cansancio y agobio de la vida moderna –como dice en su blog–,
hicieron que el periodista Paul Miller emprendiera un duro experimento:
recluirse del mundo virtual durante un año.
Arrancó en mayo del 2012 convencido de que la red era una distracción que lo
volvía improductivo y que liberarse de eso lo haría un mejor ser humano.
“Pensé que estaba corrompiendo mi alma”, dice este hombre que paradójicamente
es periodista de tecnología en Nueva York, del sitio web The Verge.
Así, Miller reemplazó su smartphone por un teléfono de primera generación que
solo le permitía llamadas de voz y mensajes de texto.
Se olvidó de hablar con su familia por Skype, de consultar mapas virtuales
para orientarse y en vez de enviar un correo electrónico caminaba hasta la
oficina postal.
Comenzó a tener más contacto con las personas en la vida real y consiguió
entregar en los tiempos establecidos sus artículos, que debía reportear al modo
antiguo: ‘face to face’. “Quería un descanso de la vida moderna, de la rueda de
hámster que es el correo electrónico. Quería escapar”, enfatiza.
Intento fallido
Sin embargo, las reflexiones publicadas en Internet, doce meses después de
empezar su experimento, inician con un “me equivoqué”.
Al principio se sintió libre y le gustó la forma en que veía transcurrir la
vida. No obstante, la desconexión se tornó insoportable. Del correo electrónico
dice que al principio le emocionaba recibir cartas físicas, del puño y letra de
quienes lo apoyaban.
“Me acuerdo de una niña que me escribió ‘gracias por desconectarte’, y eso me
hizo feliz”, anota, aunque responder una docena de cartas a la semana se le
volvió tan tedioso como contestar los mensajes de correo electrónico.
Además, se volvió un hombre solitario y ante la ausencia de las redes
sociales no supo que pasó con dos de sus amigos. “Mi plan era salir de Internet
para encontrar al verdadero Paul y ponerme en contacto con el mundo real”, dice
Miller, quien asegura que el verdadero Paul y el mundo real están ligados a
Internet.
Y concluye con algo que le escuchó a un teórico de la web: “Hay mucho de
realidad en lo virtual, y mucho de virtualidad en lo real”. Y remata: “Me sentí
fuera de sincronía”.