La capacidad de la tecnología de innovar y transformar la vida como la conocemos es una oportunidad global que en esta ocasión tuvo su puerta de entrada en el Mobile World Congress - MWC
Cada nueva edición del Mobile World Congress (MWC) representa, además de una gran oportunidad para el negocio global, una forma de acercarse al futuro desde el presente. El principal congreso de telefonía móvil del mundo, celebrado del 26 de febrero al 1 de marzo en Barcelona (España), fue una gran feria de tendencias y posibilidades no utópicas que poco a poco irán acercándose a nuestras vidas. Casi 200 territorios representados, 2.300 empresas expositoras, 107.000 visitantes, 170 delegaciones internacionales, más de 470 millones de euros de impacto económico en la ciudad y la creación de más de 13.000 empleos temporales resumen parte de la importancia de este evento anual, donde la espectacularidad tecnológica se ve acompañada por jornadas donde se denuncian los efectos del capitalismo en el ámbito social y económico. Para aprender sobre el futuro también se debe escuchar a quienes son críticos con el presente.
La espectacularidad de la puesta en escena de las grandes multinacionales del sector para presentar las novedades deja entrever el trasfondo de innumerables cambios que traerán consigo unos pequeños artefactos ensamblados con potentes tecnologías en su interior. Sus consecuencias personales y sociales serán de gran magnitud. Basta ver cómo las computadoras y los celulares nos han cambiado la vida. El proceso de adaptación parece que es intuitivo, el manual se hace con el uso y de ahí se pasa al abuso, aunque las fronteras entre ambos extremos no están claras. Y en medio, la educación, que debería saber y enseñar a “leer entre líneas”, a decodificar y a utilizar las grandes ventajas que la tecnología ofrece para formar mejor a las personas.
Inteligencias
Este término tan humano adopta el plural y parece desplazarse a muy alta velocidad hacia las máquinas. El protagonismo se lo llevó la inteligencia artificial como posibilidad que tienen los aparatos para aprender sobre el uso y hábitos de su dueño, para automatizar funciones, adelantarse a posibles y posteriores decisiones personales, analizar el comportamiento humano, eso sí, con velocidades de conectividad mayores y con artefactos más potentes. De ahí surge la otra estrella del MWC: la telefonía móvil 5G. Aún no ha llegado, todavía hay muchos países y zonas geográficas sin el 3G ni el 4G (o en peores condiciones de conectividad, o aún más precaria e, incluso, nula) y ya se anuncian los avances que vendrán en la bautizada por algunos medios como la “tecnología que va a cambiar tu vida”: más velocidad, mayor número de personas conectadas, mayores posibilidades de desarrollar aplicaciones con realidad virtual. Por ejemplo, la empresa Telefónica, que mostró algunos casos de usos reales con 5G. O en la domótica, con la centralización de los dispositivos de los hogares (luces, alarmas, calefacción, persianas).
Teléfonos muy inteligentes, computadoras también inteligentes (botón de encendido con sensor de huellas dactilares) con cámaras incrustadas en el teclado, robots inteligentes: he aquí la palabra de moda aplicada a productos creados por y para la inteligencia humana.
Colombia estuvo representada por empresas bajo la entidad Procolombia. Presentaban soluciones en los campos del comercio, la educación, alojamientos en la nube, logística y realidad aumentada, entre otros.
Hiperconexiones
Otros términos a los que habrá que acostumbrarse: el blockchain, relacionado con las transacciones y las criptomonedas como el bitcoin, que se aplica a sectores como la trazabilidad y la seguridad alimentaria. El control de la salud desde el bolsillo por medio de un pequeño aparato que cabe en la palma de la mano. La reducción del tiempo entre enviar y recibir datos, con la anulación del fenómeno llamado Latencia, o el control a distancia de procesos de producción o redes de transporte son algunas más de las aplicaciones reales del ya citado 5G. Y las experiencias piloto en ciudades pequeñas, con la posibilidad de que Barcelona sea un laboratorio mundial en la transmisión de datos, que facilitarán nuevos sistemas de producción y demostrarán el poder de cambio de la hiperconectividad.
En el campo de la enseñanza, salones asociados al MWC descubrieron otras aplicaciones de máquinas, por ejemplo robots androides que ayudan al profesorado en las aulas a desarrollar tareas para favorecer el aprendizaje: pasan lista y examinan a los alumnos con un test.
En coches, la transición del concepto adquisición del vehículo: de la propiedad privada al servicio compartido. Cambio también en el concepto de vehículo en las grandes ciudades, como ya expusieron algunas marcas: coches eléctricos y autónomos, anulación del volante, instalación de pantallas táctiles y prioridad de sus ocupantes.
Alternativas
La espectacularidad de cada edición del MWC se ve acompañada por la organización de actos paralelos en Barcelona, impulsados por organizaciones no gubernamentales, que pretenden mostrar otras realidades más sociales acerca de la tecnología y su impacto en los pueblos y las personas, el medio ambiente, las condiciones de vida y la sostenibilidad. En esta ocasión el programa del Mobile Social Congress, de la organización SETEM, se titulaba “Por un modelo electrónico justo”. Pretendía exponer las caras más controvertidas de la tecnología, con experiencias alternativas que promueven cambios desde una perspectiva feminista y cómo existen personas a las que se les vulneran sus derechos en la cadena del suministro electrónico. El programa trataba, entre otros temas, sobre la obsolescencia programada; los derechos humanos en la cadena de producción de la electrónica; las mujeres, el extractivismo minero y la vulneración de derechos humanos y ambientales en América Latina.
Otro de los acontecimientos alternativos fue el congreso dedicado a la soberanía tecnológica, centrado en el análisis de realidades como el sujeto pasivo que consume productos y servicios, el fetichismo tecnológico, la sociedad efímera, el consumir sin parar o la gran incógnita sobre para qué se usan nuestros datos, hasta qué punto se cuidará la seguridad y la privacidad de las personas ante tanta sobreexposición. Ya hay gran preocupación por las capacidades cibernéticas ofensivas de algunos gobiernos y por la denominada “carrera armamentística en el ámbito cibernético”, con demandas de convenciones internacionales para regular este peligro que también nos afecta de forma individual: los datos personales corren serios peligros.
La visita personal al MWC de cada año es una experiencia tecnológica que necesita ser contrarrestada con análisis en profundidad de los efectos de tantos aparatos o gadgets en las sociedades y en las personas. La fastuosidad del evento puede ensombrecer otras realidades humanas que hay que conocer, para conseguir que el progreso ayude a que todas las personas vivan mejor en una sociedad más justa e igualitaria. Y es aquí donde la educación también juega un gran papel.