Ciberataques en LATAM: así evoluciona tu cultura de seguridad



En América Latina, la conversación sobre ciberseguridad suele activarse cuando ya es tarde: una nómina bloqueada por ransomware, una tienda en línea caída, un correo de suplantación que confunde a clientes. Detrás del susto, lo que encuentro en auditorías es un patrón cultural: decisiones fragmentadas, compras por moda y poca claridad sobre quién hace qué durante la primera hora crítica. Esa combinación multiplica el daño: más tiempo fuera de servicio, más fuga de datos, más desgaste del equipo y pérdida de confianza. La buena noticia es que la cultura de seguridad puede evolucionar con método y realismo operativo. No se trata de acumular herramientas, sino de alinear personas, procesos y tecnología a la forma en que el negocio trabaja bajo presión. En este artículo comparto criterios basados en +30 años para pasar del susto a un sistema que protege y habilita crecimiento. 

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El punto de partida no es un “stack” perfecto, sino entender cómo trabaja la empresa cuando el día aprieta. En la región he visto organizaciones con firewalls de última generación y, al mismo tiempo, procesos críticos resueltos por WhatsApp Web en computadores compartidos, contraseñas que rotan por planillas y sesiones abiertas por semanas en navegadores sin ningún control. Esa fricción entre la tecnología instalada y la vida real del negocio es la que aprovechan los atacantes. Lo vemos a diario en Colombia y América Latina: los intentos de intrusión masiva presionan por volumen, pero el impacto se define en lo micro, en hábitos repetidos sin mala intención. Cuando algún colaborador cae en un enlace malicioso, lo que diferencia un incidente de una crisis es la calidad de los primeros sesenta minutos: quién detecta, quién decide, quién comunica y qué se corta de inmediato para contener sin paralizar.

En 2025, los datos ayudan a aterrizar el diagnóstico cultural. Informes globales y regionales muestran una ofensiva persistente basada en automatización, robo de credenciales y explotación acelerada de vulnerabilidades. Fortinet describe un escenario donde el reconocimiento y la explotación se comprimen en cuestión de horas, con un aumento marcado en el robo de credenciales y movimientos laterales apoyados en protocolos de escritorio remoto; esa dinámica también la vivimos en nuestra región y explica por qué las PYMES, con equipos reducidos y procesos informales, sienten el golpe más fuerte. En Colombia, por ejemplo, diversas fuentes reportan que solo en el primer semestre de 2025 hubo alrededor de 7.100 millones de intentos de ciberataque, lo que vuelve evidente que el reto no es “si me atacan”, sino cómo preparo al negocio para convivir con una presión constante y aún así operar con confianza. 

La dimensión económica también empuja el cambio cultural. El informe 2025 “Cost of a Data Breach” de IBM muestra que, por primera vez en cinco años, el costo promedio global de una brecha descendió a USD 4,44 millones, y atribuye la mejora a detección y contención más rápidas, apalancadas por IA y automatización. No es un cheque en blanco: el descenso ocurre donde hay disciplina, responsabilidad y gobierno de datos; organizaciones que se lanzan a usar IA sin control de accesos, sin registro de modelos y sin límites claros de uso acaban pagando más y exponiéndose a brechas por “shadow AI”. En términos prácticos, esto traduce una lección: la herramienta importa, pero el ahorro real llega cuando la cultura instala reflejos sanos y el equipo sabe actuar antes de que un indicador se ponga rojo. 

La privacidad es parte inseparable de la cultura de seguridad, no un anexo legal. El “Data Privacy Benchmark Study 2025” de Cisco, elaborado con más de 2.600 profesionales en 12 países, confirma que la inversión en privacidad genera retornos, eleva la confianza y acelera la adopción de IA responsable. En América Latina vemos con frecuencia la tensión entre “guardar los datos en casa” por una percepción de seguridad y, al mismo tiempo, reconocer que los proveedores globales suelen tener mejores prácticas de protección y continuidad. El camino sensato no es ideológico: es de evaluación de riesgos, gobierno de datos y arquitectura híbrida con controles verificables. Cuando la alta dirección entiende que privacidad, cumplimiento y seguridad trabajan juntos, cambia la conversación: deja de ser una “traba” y se convierte en una palanca de crecimiento y reputación. 

Si tuviera que resumir el núcleo de la evolución cultural, diría que consiste en tres giros: pasar del “comprar herramientas” al “diseñar capacidad”, del “culpar al usuario” al “entrenar en contexto”, y del “apagar incendios” al “operar con lecturas tempranas”. Capacidad significa que tu empresa sabe detectar lo raro, contener sin pánico y volver a operar de forma segura. Entrenar en contexto es llevar la formación a los flujos reales: simular cierres contables y validación de facturas con escenarios de phishing y “malvertising” que imitan lo que tu equipo sí ve en su jornada. Lecturas tempranas es instalar indicadores simples que anticipan el incidente: descargas desde dominios recién registrados, ejecución de binarios en rutas de usuario, inicios de sesión desde ASNs o países atípicos, tasas de “fallas de MFA” por usuario o por aplicación.

En ese terreno práctico, LATAM tiene particularidades que conviene asumir sin complejos. La multibanca, las plataformas de facturación electrónica y la informalidad tecnológica en equipos híbridos (dispositivos personales con sesiones corporativas) elevan el riesgo de secuestro de tokens y robo de identidad. Por eso insistimos en separar ambientes: navegador limpio y con MFA resistente al phishing para tesorería y bancos; otro para lo social; y, cuando el presupuesto alcanza, un endpoint administrado para roles críticos, sin extensiones no auditadas. No es lujo: es coherencia operativa. Cuando la persona que aprueba pagos trabaja en un equipo con control de aplicaciones, filtros DNS y sesiones cortas en apps sensibles, la ventana de oportunidad del atacante se reduce de días a minutos. Y, si además hay una guía de “primera hora” clara y practicada, lo que pudo ser un desastre termina siendo un incidente contenido.

Esa guía no tiene que ser un documento de cien páginas. Funciona mejor como una hoja viva, visible, con responsables asignados y acciones cronológicas. Desconexión de red cuando aplique, preservación básica de evidencia, cierre de sesiones en los principales servicios, rotación inmediata de credenciales expuestas y un canal de comunicación interno donde el error se atiende sin estigmas. He visto equipos talentosos paralizados por vergüenza; el mensaje de liderazgo debe ser otro: aquí aprendemos rápido y protegemos juntos. Cuando esa idea cala, la cultura cambia más que con cualquier solución “mágica”.

Tu estrategia puede y debe medir su madurez con hechos. Indicadores de higiene de identidades (porcentaje de cuentas con MFA robusta, rotación automática, eliminación de compartidas), salud del navegador (perfiles segmentados por rol, extensiones aprobadas, sesiones activas por aplicación), endpoint (porcentaje de equipos administrados, bloqueo de ejecución fuera de rutas permitidas), red y DNS (bloqueo de dominios recién registrados, listas de negación por reputación), respuesta y continuidad (tiempo de detección y contención, ejercicios trimestrales superados). Son métricas que mueven la conversación del “creemos que estamos bien” al “sabemos dónde fortalecer”.

En comparación con otros mercados, en América Latina el adversario explota más los atajos cotidianos que el “cero día” glamuroso. El malvertising —anuncios en buscadores que imitan descargas legítimas— y los instaladores “gratuitos” adulterados siguen cosechando víctimas. La novedad de 2025 es la masificación del fraude con credenciales robadas y sesiones secuestradas, acelerado por infostealers que venden paquetes completos de identidad digital. A su vez, la IA generativa reduce el costo del phishing de horas a minutos, lo que obliga a elevar el estándar de autenticación y a poner más ojos en el comportamiento anómalo que en el asunto del correo. Nada de esto implica vivir en paranoia; implica decidir con evidencia qué controles agregan seguridad sin ahogar la operación. 

A nivel de dirección, la cultura evoluciona cuando la seguridad deja de presentarse como un “no” y se ofrece como una frontera clara que permite trabajar con confianza. En nuestras consultorías integramos la conversación de riesgos con las metas del negocio: cómo proteger el flujo de caja, cómo asegurar la promesa al cliente, cómo evitar investigaciones por incidentes de datos personales. En Colombia, la obligación de proteger datos no es retórica; ignorarla duplica el daño, primero en reputación y luego en requerimientos. La respuesta es anticipar con un marco de gobierno de datos, definir roles, registrar tratamientos y notificar a tiempo cuando corresponda. La prevención es más barata, pero la transparencia a tiempo también ahorra costos.

La comparación Colombia–mundo suele despertar ansiedad, y no es necesario. El estándar global no es “parecerse a la gran multinacional”, sino adoptar lo que sirve a tu escala y sector. He visto PYMES que, con decisiones sencillas, alcanzan niveles de control que muchas empresas grandes envidiarían: MFA con FIDO2 para finanzas y dirección, perfiles de navegador segmentados, catálogo cerrado de software, política de sesión corta en apps críticas, filtro DNS para dominios nuevos y un plan de primera hora entrenado con escenarios reales. Con esos cimientos, añadir EDR con capacidad de detectar exfiltración de credenciales y telemetría útil deja de ser un gasto “a ciegas” y se convierte en una inversión medible. Cuando el primer “casi incidente” se detecta a tiempo y la operación no se detiene, el equipo cree. Y cuando el equipo cree, la cultura avanza.

En el plano humano conviene hablar de emociones, porque sí pesan. El miedo paraliza, pero el orgullo mal entendido también. La cultura sana no glorifica al héroe que “apagó el incendio” con ingenio; celebra al equipo que no dejó que el incendio prendiera. Cambiar ese relato interno ahorra dinero. He visto a líderes que, luego de una crisis, instauran rituales breves y efectivos: un repaso semanal de indicadores clave, un caso real de “aprendizaje sin culpa”, una mini-simulación mensual de respuesta. Son espacios de diez o quince minutos que siembran reflejos. Con el tiempo, los correos sospechosos se reportan antes, los dispositivos críticos se mantienen limpios y la conversación con tecnología se vuelve madura.

En esa línea, sostengo que el mayor avance cultural no es comprar más, sino simplificar mejor. Menos superposición de herramientas, más claridad de “quién mira qué” y “con qué métrica decide”. La visibilidad sin dueño no sirve. Si marketing usa IA para campañas, definimos qué datos se suben, qué modelos se usan, cómo se audita el acceso y cómo se registran los prompts y resultados sensibles. Si operaciones conecta sensores industriales, acordamos segmentación, monitoreo y responsabilidades de actualización. Si ventas necesita firmar desde el móvil, establecemos políticas de sesión, cifrado y pérdida/robo del dispositivo. Cuando cada área conoce su frontera y su rol, el CISO deja de ser el “no” y se vuelve un habilitador.

Traigamos esto a un plan accionable para el próximo trimestre. Primero, un diagnóstico operativo de tres a cinco jornadas que refleje cómo trabaja tu negocio bajo presión: flujos reales, atajos frecuentes, dispositivos y navegadores en uso. Segundo, un marco de identidad y acceso robusto con MFA resistente al phishing, segmentación de navegadores por rol y política clara de sesiones en apps críticas. Tercero, controles de endpoint y red pragmáticos: catálogo de software con aprobación por hash, EDR con foco en exfiltración de credenciales y filtro DNS que bloquee dominios recién registrados. Cuarto, un tablero simple con indicadores que cualquiera entienda y un ritual corto para revisarlos. Quinto, una guía de primera hora entrenada con casos reales de tu empresa. Con esa base, sí tiene sentido hablar de automatización e IA para acelerar detección y respuesta.

En el primer tercio del proceso, la conversación suele abrirse con una reunión ejecutiva donde alinear prioridades, presupuesto y ritmo. Si este es tu caso y necesitas transformar cómo gestionas riesgo digital para que la seguridad deje de ser un freno y se vuelva un habilitador, aquí tienes el paso más simple para empezar:

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Desde ahí, traducimos necesidades en acciones medibles. Si tu dolor es el phishing que vacía cuentas, trabajamos sesiones, MFA y navegador. Si te preocupa la continuidad de ventas en comercio electrónico, priorizamos WAF, protección de bots, monitoreo de fraude y planes de contingencia para pasarela. Si lo tuyo es información sensible de clientes, reforzamos gobierno de datos, privacidad por diseño y esquemas de cifrado. No vendemos cajas: construimos una capacidad que te acompañe y se ajuste a tu operación.

La brecha entre LATAM y otros mercados se acorta cuando la dirección asume su rol: preguntar por indicadores, exigir que seguridad hable negocio, financiar lo esencial y, sobre todo, dar ejemplo. Si el directorio usa MFA resistente al phishing y separa ambientes, el resto sigue. Si finanzas tiene equipos administrados y catálogos cerrados, ventas entiende. Si talento humano lidera la conversación de privacidad y formación, el tono cambia. Eso, más que cualquier “suite”, instala una cultura resistente.

Hacia el último tramo, recomiendo revisar el mapa de terceros: proveedores de nube, facturación electrónica, CRM, pagos, agencias y freelancers con acceso a datos. Las brechas por cadena de suministro y por uso no gobernado de IA crecieron y seguirán creciendo; mitigarlas exige contratos claros, mínimos de seguridad, auditorías ligeras y revocación oportuna de accesos. Si además definas un “registro de IA” —qué se usa, para qué, con qué datos y quién accede—, reduces el costo futuro de incidentes y cumples mejor con expectativas regulatorias y de clientes. De nuevo, no es papel: es continuidad del negocio.

Y si buscas una métrica final para saber si tu cultura evoluciona, observa la primera hora de tu próximo “casi incidente”. Si tu equipo reporta temprano, corta sesiones a tiempo, cambia credenciales sin drama, preserva evidencia básica y vuelve a trabajar rápido, estás del lado correcto de la curva. El miedo cede cuando hay claridad, y la confianza del cliente crece cuando nota que proteges lo esencial sin frenar su experiencia.

A estas alturas, si sientes que el reto te queda grande para abordarlo en solitario, es normal. He acompañado a cientos de equipos que empezaron igual y hoy operan con tranquilidad y control. El siguiente paso está a un clic:

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Durante más de tres décadas he visto que el dolor del empresario latinoamericano no es la tecnología, sino la incertidumbre que genera. Nadie quiere vivir con miedo a que le roben el mes, la caja o la reputación. Por eso, nuestro enfoque parte de reconocer el desafío tal como es: convivimos con intentos de intrusión diarios, con campañas que usan IA para escribir correos perfectos y con mercados clandestinos donde se comercian sesiones y credenciales. Entiendo esa presión porque la he vivido con equipos pequeños, con líderes que se deben a su flujo de caja y con clientes que preguntan por qué recibieron un correo “tuyo” que no era tuyo. Atraemos al lector con claridad: el problema es real, pero no inabordable; con una cultura que prioriza identidad, sesiones y hábitos en los flujos que importan, la amenaza pierde terreno. Convertimos esa claridad en un plan: análisis inicial de cómo trabajas, definición estratégica de controles que agregan seguridad sin matar la operación, e implementación funcional con responsables, métricas y entrenamiento en contexto. No ofrecemos discursos; ofrecemos acompañamiento que “se siente” en la operación diaria: menos descargas de riesgo, menos ejecuciones sospechosas, menos sesiones expuestas. Aumentamos la eficiencia de tu empresa con soluciones digitales y normativas, integrando consultorías administrativas, tecnológicas, mercadeo digital, Habeas Data, facturación electrónica, automatización y formación en IA donde sí aporta. La fidelización llega cuando el cliente comprueba que no lo dejamos solo: seguimos midiendo, actualizando y ajustando, porque el adversario cambia cada trimestre y nosotros también. Con TODO EN UNO.NET, el líder se consolida no solo por lo que evita, sino por la confianza que inspira. Si esta lectura te dio un mapa y te brindó serenidad, el siguiente paso es natural: conversemos y diseñemos tu sistema, a tu escala, con la ética y la funcionalidad que nos definen.

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Cuidar lo esencial es también liberar el camino para crecer con confianza.
Julio César Moreno Duque
Fundador – Consultor Senior en Tecnología y Transformación Empresarial
👉 “Nunca la tecnología por la tecnología en sí misma, sino la tecnología por la funcionalidad.”
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