En Colombia y en toda Latinoamérica, el Black Friday dejó de ser solo una fecha comercial llamativa para convertirse en una radiografía brutal de qué tan preparada está, de verdad, la tecnología de una organización. Mientras las áreas de marketing lanzan campañas agresivas y las ventas sueñan con cifras históricas, muchos CIO sienten algo distinto: una mezcla de expectativa, ansiedad y consciencia de que, si algo falla, el golpe no será solo técnico, sino reputacional, financiero y humano. Hoy, los picos de tráfico, los intentos de fraude, la presión sobre la infraestructura y la necesidad de reaccionar en segundos convierten el Black Friday en la prueba de estrés definitiva para TI. Y esa prueba no se aprueba con discursos, sino con arquitectura, datos, cultura y decisiones oportunas.
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Cuando hablamos de Black Friday, muchos piensan solo en descuentos, anuncios llamativos y carritos de compra llenos. Desde la tecnología empresarial, la imagen es completamente diferente: vemos curvas de tráfico que se disparan, logs creciendo por minutos, bases de datos al límite, pasarelas de pago al rojo vivo y equipos de TI que no pueden pestañear. En los últimos años, este evento dejó de ser una “fecha de marketing” para convertirse en una auditoría en vivo de la capacidad de una empresa para operar bajo presión. ComputerWeekly lo resume muy bien al señalar que hoy el Black Friday es, en esencia, una prueba de sistemas escalables, análisis en tiempo real, automatización impulsada por IA y colaboración sólida entre equipos para mantener el rendimiento frente a la demanda extrema.
En Colombia, esto ya no es teórico. El comercio electrónico sigue creciendo de forma sostenida y se ha consolidado como un eje clave para el retail, los servicios y muchos sectores que antes dependían casi exclusivamente de la venta física. Según cifras recientes del comercio electrónico en el país, los volúmenes transaccionados siguen aumentando de manera significativa, tanto en montos como en número de operaciones, especialmente durante temporadas especiales como Black Friday y campañas de fin de año. Eso significa que cada año más empresas se exponen a una misma realidad: si tu plataforma se cae, se ralentiza, cobra mal o no protege los datos de tus clientes, no solo pierdes ventas puntuales, pierdes confianza. Y la confianza, en era digital, vale mucho más que un descuento del 50 %.
Para los CIO, esta fecha no es un día; es un proceso. La verdadera preparación arranca meses antes, cuando se revisa si la infraestructura puede soportar que el tráfico se multiplique por diez o por veinte, no sólo en el front de la tienda en línea, sino en los puntos de integración: plataforma de ecommerce, pasarela de pagos, motor de fraude, ERP, sistemas de inventario, logística y notificaciones al cliente. Justamente, los expertos que analiza ComputerWeekly subrayan que los auténticos cuellos de botella no suelen estar donde los equipos creen, sino en esas uniones entre sistemas, donde una latencia de milisegundos en un servicio se convierte en segundos de espera para el cliente y en carritos abandonados en masa.
Aquí aparece el primer gran aprendizaje: Black Friday no es un problema de “más servidores”, es un problema de diseño funcional. Una arquitectura bien pensada no solo escala horizontalmente, sino que tolera fallos parciales, desacopla módulos críticos, implementa colas y mecanismos de degradación controlada. Es preferible que un componente no crítico se desactive temporalmente a que la experiencia completa colapse. Las empresas que sobreviven mejor estos picos no son las que tienen más máquinas, sino las que han cultivado una cultura de observabilidad, pruebas de carga periódicas y simulaciones de escenarios extremos que les permiten anticiparse.
Si miramos lo que ha ocurrido en otras latitudes, el mensaje es aún más claro. En Brasil, por ejemplo, durante la “Black November” se llegaron a registrar hasta 180 páginas falsas por hora dirigidas a suplantar tiendas y robar datos de clientes, lo que evidencia la magnitud del riesgo de fraude y phishing que acompaña estos eventos. No es solo un tema de mantener la página arriba, es un tema de proteger la cadena completa de confianza: dominio, certificados, pasarelas, notificaciones, accesos internos, credenciales de empleados y hasta las campañas de correo y mensajería. En América Latina, donde el ciberdelito se profesionaliza con rapidez, un solo Black Friday mal gestionado puede dejar expuesta a una organización durante años.
En este contexto, el CIO moderno ya no puede actuar como un “jefe de sistemas” que solo responde a incidentes. Su rol se parece más al de un director de orquesta que coordina tecnología, negocio, ciberseguridad, experiencia de cliente, proveedores de nube, pasarelas y aliados. ComputerWeekly enfatiza que los CIO que mejor navegan el Black Friday son aquellos que logran articular TI, marketing y operaciones bajo prioridades compartidas, con bucles de retroalimentación en tiempo real y decisiones claras sobre qué es crítico, qué puede esperar y quién responde en cada escenario. Esa claridad no se construye la semana anterior al evento; se construye durante todo el año.
Desde la realidad colombiana y latinoamericana, el desafío se amplifica porque no todas las empresas tienen presupuestos millonarios ni equipos de decenas de ingenieros especializados. Sin embargo, eso no significa que no puedan prepararse. Significa que deben ser más inteligentes en el uso de la tecnología: aprovechar la elasticidad de la nube para escalar solo cuando se necesita, automatizar lo repetitivo, invertir en monitoreo antes que en adornos, y definir planes de contingencia realistas que no dependan de “apagar incendios a mano”. Aquí entra una visión que he defendido durante décadas: la tecnología debe estar al servicio de la funcionalidad, no de la moda.
En Black Friday, esa frase se vuelve brutalmente concreta. Si tu empresa se llenó de herramientas que nadie usa bien, de integraciones mal hechas, de proveedores que prometen milagros pero no ofrecen métricas claras, el día del pico todo eso queda desnudo. Si, por el contrario, has trabajado en simplificar procesos, estandarizar flujos, documentar integraciones, aplicar buenas prácticas de seguridad y probar bajo presión, el Black Friday se convierte en una vitrina poderosa de todo lo que tu TI ha construido. Es la diferencia entre vivirlo como trauma o vivirlo como confirmación de que la casa está en orden.
En todo este proceso, algo que muchas empresas subestiman es el peso de las personas. No basta con que la infraestructura escale; el equipo tiene que estar entrenado para interpretar métricas, tomar decisiones bajo presión y coordinarse con otras áreas. Un analista que sabe leer un tablero de monitoreo, un líder que entiende cuándo degradar un servicio para salvar el flujo de compra, un equipo de soporte que habla el mismo idioma que comercio y marketing, valen oro en estas jornadas. En América Latina todavía es frecuente ver organizaciones donde, en el peor momento, TI y marketing se culpan mutuamente mientras el cliente abandona el sitio. Eso es un lujo que ya no podemos darnos.
En la práctica, la preparación para un Black Friday saludable en TI pasa por varios frentes: pruebas de carga progresivas, simulaciones de fallo de servicios clave, revisión de límites y umbrales de autoscaling, validación de SLAs de proveedores, ensayos de respuesta ante incidentes de seguridad, respaldo y recuperación probados, y sobre todo, una estrategia de observabilidad que vaya más allá de “ver si el servidor está arriba”. La pregunta no es solo si el sitio responde, sino cuánto tarda cada paso del journey, cuántas transacciones fallan por segundo, cuánto se demora una autorización de pago, qué porcentaje de carritos abandona por lentitud y qué señales tempranas de ataque se están activando.
Aquí, la automatización impulsada por IA ya no es un lujo de las grandes ligas, sino una herramienta accesible que, bien usada, marca diferencia. Modelos que detectan patrones de fraude en tiempo real, sistemas que ajustan reglas de seguridad antes de que un ataque escale, motores de recomendación que alivian la carga de consultas repetitivas y chatbots bien entrenados que responden preguntas básicas, son elementos que liberan al equipo humano para concentrarse en las decisiones críticas. No se trata de reemplazar personas, se trata de darles mejores instrumentos para dirigir el sistema en los minutos en que cada segundo cuenta.
Y si te estás viendo reflejado en este escenario, si sabes que tu empresa depende cada vez más de lo digital pero sientes que tu arquitectura, tu seguridad y tu cultura no están al nivel de la presión que viene, este es el momento de hacer pausa y rediseñar antes del siguiente pico, no durante. Desde mi experiencia de más de tres décadas, he visto empresas que llegan agotadas a cada temporada alta, solucionando lo mínimo para sobrevivir, y otras que la aprovechan como un laboratorio controlado para aprender, documentar y robustecer su estrategia. La diferencia casi nunca está en el presupuesto; está en la forma como se piensan y se gobiernan los sistemas.
En TODO EN UNO.NET acompañamos justamente ese tipo de decisiones. Cuando un CIO o un equipo directivo nos busca, lo primero que hacemos no es vender una herramienta, sino entender el mapa actual: qué procesos dependen de qué sistemas, dónde están los puntos frágiles, qué acuerdos reales existen con proveedores, qué métricas se monitorean hoy, qué aprendizajes dejaron los últimos picos y qué tan alineados están TI, negocio y finanzas respecto a los riesgos asumidos. A partir de allí construimos una hoja de ruta funcional, escalable y aterrizada a la realidad colombiana y latinoamericana, respetando normativas como Habeas Data, buenas prácticas de ciberseguridad y las particularidades tributarias y operativas de cada sector.
Porque el Black Friday también es un examen de cumplimiento. Cada transacción maneja datos personales, medios de pago, hábitos de consumo y patrones de comportamiento que, mal gestionados, pueden derivar en sanciones, pérdida de reputación y conflictos legales. Las autoridades de protección de datos, tanto en Europa como en América Latina, han sido claras: la responsabilidad no se suspende porque haya promociones especiales. Y en Colombia, cualquier incidente que afecte derechos de los titulares puede llamar la atención de la Superintendencia y obligar a la empresa a demostrar qué controles tenía, qué hizo para mitigarlo y cómo notificó a los afectados. Un CIO que entienda Black Friday solo como reto técnico está viendo apenas la mitad del tablero.
En este primer tercio del análisis quiero dejarte una invitación muy concreta: no esperes al siguiente pico para descubrir si tu TI aguanta. Si sabes que tu empresa está creciendo en canales digitales, que tus campañas se han vuelto más agresivas o que tus clientes ya no toleran errores ni lentitud, es momento de sentarte a revisar tu arquitectura, tu seguridad y tu cultura digital con lupa.
En esa conversación inicial no se trata de juzgar lo que se ha hecho, sino de ordenar, priorizar y trazar una ruta realista para que tu próximo Black Friday no te tome por sorpresa.
A medida que avanzamos hacia el modelo 2026–2030, la conversación deja de ser “¿soportará el sistema este año?” y se convierte en “¿qué tan preparada está la organización para vivir en modo pico permanente?”. Porque la verdad es que los clientes ya no esperan solo en noviembre; esperan experiencia consistente todo el año. Los patrones de consumo se fragmentan, los mini eventos comerciales se multiplican, las redes sociales pueden disparar tráfico inesperado en cuestión de minutos y las integraciones con marketplaces y aliados crean nuevos puntos de presión. Un TI que solo entrena para un gran partido al año está condenado a lesionarse.
El CIO que lidera la transición hacia una TI resiliente entiende que Black Friday es un hito, no el único momento que importa. Usa los datos de ese día para ajustar capacidades, refinar alertas, revisar acuerdos con proveedores, replantear límites de crédito de infraestructura, actualizar políticas de acceso y, sobre todo, mejorar la comunicación entre áreas. Si en cada post-mortem solo se culpa al “pico inesperado”, se pierde una oportunidad enorme de aprendizaje. En cambio, cuando se documentan con humildad los errores, se analizan las decisiones buenas y malas y se convierten en acciones concretas, la organización entera madura. Estos son los CIO que dejan huella.
También es importante hablar del lado humano menos visible: el impacto en los equipos. Jornadas de 16 horas, guardias interminables, estrés acumulado y sensación de que se “salvó el día, pero a qué precio” pasan factura. Un enfoque funcional de Black Friday incluye dimensionar bien los turnos, automatizar tareas repetitivas, distribuir responsabilidades, cuidar la salud mental del equipo y reconocer públicamente su trabajo. Ninguna plataforma se sostiene sin las personas que están detrás de ella. Y cuando el equipo siente que solo se acuerdan de él cuando algo falla, la probabilidad de errores aumenta.
Si miramos las tendencias más amplias, vemos también que la frontera entre TI y negocio se difumina. Los datos de desempeño de la plataforma se convierten en insumo directo para decisiones de pricing, campañas, logística y servicio al cliente. Un segundo más de latencia puede alterar la tasa de conversión; un pequeño cambio en la disponibilidad de inventario puede modificar el comportamiento de los compradores. Black Friday, con todo su ruido, es una fuente extraordinaria de información si se sabe escuchar. Analizar qué segmentos colapsaron, qué rutas funcionaron, qué perfiles de cliente persistieron a pesar de la lentitud, qué canales derivaron mejor tráfico, son ejercicios que permiten ajustar la estrategia de todo el año.
Desde TODO EN UNO.NET, cuando trabajamos con empresas que se preparan para estos momentos, insistimos en algo que puede sonar contraintuitivo: el objetivo no es “no tener ningún incidente”, el objetivo es que ningún incidente crítico se convierta en una crisis sin control. Eso implica diseñar para fallar con elegancia, aceptar que en el mundo real algunas cosas se salen del guion y crear mecanismos de contención, comunicación y recuperación que protejan la experiencia del cliente y la credibilidad de la marca. A veces eso significa tomar decisiones difíciles, como limitar temporalmente ciertas funcionalidades, habilitar colas de espera transparentes o desviar tráfico a canales alternos, pero siempre con honestidad y foco en el usuario.
En el último tramo de esta reflexión, quiero llevarte a una pregunta muy directa: si hoy tu empresa viviera un aumento de tráfico diez veces superior al promedio en cuestión de minutos, ¿tienes claro dónde se rompería primero? ¿Sabes qué harías en los primeros cinco, diez, treinta minutos? ¿Tienes a tus aliados tecnológicos preparados para responder contigo o solo sabes cómo abrir un ticket genérico? La diferencia entre una organización que domina su Black Friday y una que sufre está, muchas veces, en la calidad de esas respuestas anticipadas. Y eso no depende de un solo proveedor ni de una sola herramienta; depende de la forma como diseñas tu ecosistema digital.
En este último tercio del cuerpo del artículo, vuelvo a tenderte la mano desde la experiencia. Si al leer esto sientes que hay demasiadas incógnitas abiertas en tu operación, que gran parte de tu TI se sostiene en “buena voluntad” más que en diseño robusto, que confías más en que no pase nada que en tus propios planes de contingencia, entonces este es el momento de reescribir la historia.
Una conversación estratégica, sin humo, basada en datos y en la realidad de tu empresa puede marcar la diferencia entre un Black Friday que te consume y un Black Friday que te impulsa. Lo he visto demasiadas veces como para creer que todo se resuelve “con suerte”. La suerte favorece a las organizaciones que se preparan.
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Durante más de treinta años he visto cómo la tecnología pasa de promesa a realidad en las empresas que se atreven a mirarse con honestidad. Cada Black Friday mal gestionado deja cicatrices, pero también deja señales claras de por dónde empezar a corregir. Y cada Black Friday bien preparado se convierte en una demostración silenciosa de madurez: los sistemas responden, el equipo actúa con calma, los clientes compran sin notar todo el engranaje que se mueve tras bambalinas. Desde TODO EN UNO.NET acompañamos precisamente ese tránsito, uniendo consultorías administrativas, tecnológicas, de mercadeo digital, Habeas Data, facturación electrónica, automatización e inteligencia artificial en una visión funcional donde cada pieza tiene sentido. No trabajamos para que tengas más tecnología; trabajamos para que tengas la tecnología justa, alineada con tu modelo de negocio, tu realidad financiera y tu cultura interna.
Si hoy te preocupa el próximo pico de demanda, ya sea Black Friday, una campaña propia o simplemente el crecimiento natural de tu canal digital, quiero que sepas que no estás solo ni tienes que cargar con toda la responsabilidad en silencio. Desde TODO EN UNO.NET acompañamos el análisis, la estrategia y la implementación práctica, con la convicción de que aumentar la eficiencia de tu empresa con soluciones digitales y normativas no es un slogan, es un trabajo de todos los días. Trabajamos contigo para mapear riesgos, definir prioridades, dialogar con tus proveedores, entrenar a tu equipo y construir un camino en el que tu TI deje de ser un motivo de angustia y se convierta en un aliado real de tu crecimiento. Y no se trata únicamente de “salvar” la próxima fecha especial, se trata de construir una relación de largo plazo en la que tu organización se consolide como líder en su sector, capaz de responder con solidez cuando otros se quiebran bajo la presión.
¿Listo para transformar tu empresa con tecnología funcional?
En cada Black Friday la tecnología te pone a prueba, pero también te ofrece la oportunidad de demostrar que tu empresa está lista para jugar en una liga mayor, con foco, serenidad y visión de futuro.
