En el mundo digital debemos proteger las personas, no a los trabajos

Nicholas Davis habla sobre las acciones a tomar frente a la cuarta revolución industrial.


Nicholas Davis, director de Sociedad e Innovación del Foro Económico Mundial y coautor de libros sobre el tema.

La cuarta revolución industrial ya genera un gran impacto en la economía y las sociedades de todo el mundo, con cambios en todos los ámbitos, como el empleo. Ante esto, Nicholas Davis, director de Sociedad e Innovación del Foro Económico Mundial, afirma que lo más importante en esta transición es proteger a la gente, no a los trabajos.

¿Qué significa la cuarta revolución industria? 

Es realmente una forma de pensar, ocurre cuando damos los sistemas digitales por sentado y construimos toda una serie de nuevos modelos de negocio encima. Ya estamos atravesando esta revolución y ahora de lo que se trata es de cerrar las divisiones, que todo el mundo esté en la ola, pero también hay un paso más allá en el que tenemos que pensar: en toda la historia hemos tenido nuevas tecnologías que han cambiado la manera en la que vivimos y toma un buen tiempo empoderar a la sociedad para aprovechar los beneficios. Todos los actores necesitan trabajar para que estos cambios sean accesibles y sostenibles. 

¿Cuál es el principal impacto económico que se ha visto hasta ahora?

Creo que hay que moverse más allá del debate de si necesitamos o no regulaciones, hacia cómo podemos diseñar mejor las leyes que tenemos en todos los ámbitos, de modernizarlas para extender los beneficios de las nuevas tecnologías, y también de las nuevas regulaciones que hay que crear. 

En nuestra experiencia, uno de los mayores impactos es nuestro trabajo en Ruanda para crear una nueva legislación para drones. Todo esto permitirá que la gente en comunidades remotas se beneficien de medicinas o sangre. Hay retos y sabemos que pueden pasar cosas negativas, pero hay grandes tecnologías y nos tenemos que asegurar de que sean un beneficio económico y social. 

¿Y para la sociedad? 

Hay muchas nuevas habilidades y modos de pensar que se requieren, por lo que la educación es un gran tema. Por ejemplo, no tenemos suficientes expertos en ciberseguridad que puedan cubrir la gran expansión de dispositivos y sistemas que pueden ser atacados, y cuando se ve el futuro de los trabajos, hay mucha gente en sectores en los que la demanda va en caída que tienen muy buenas habilidades que se podrían transmitir para estos empleos que se necesitarán. Pero para lograr esto se necesita entrenamiento. 

Se necesita una revolución basada en los humanos, pero hay negocios que están siendo una fábrica de ‘freelances’, ¿cómo se puede mezclar estas dos realidades? 

Esto es un gran reto y una de las formas de mirarlo es que en este mundo digital deberíamos proteger a las personas, pero no necesariamente deberíamos proteger los trabajos, porque siempre están cambiando. Esto no significa que un trabajo aparezca y otro desaparezca. 

Claramente vemos esta creciente ‘informalización’, aunque no es realmente lo que está pasando, pero algunos informes sobre la ‘gig economy’, con contratos independientes, muestran que prácticamente toda la creación neta de nuevos empleos en EE. UU. del último año corresponde a estos empleos. Esto es preocupante pues todos estos trabajos llegan sin seguridad social, por lo que creo que lo mejor es pasar más tiempo pensando en formas innovadoras de proteger a las personas, asegurándonos de que tengan las oportunidades que necesitan para adaptarse. Y esto tiene que ver con cómo estas tecnologías pueden ofrecer beneficios y seguros, y en este punto celebro la acción de muchos sindicatos, pues creo que las acciones colectivas son necesarias. Es triste que algunas compañías se centren tanto en el beneficio y la eficiencia, y que se olviden de su gente. 

¿Ese es el principal reto? 

De hecho creo que la ‘gig economy’ es una pequeña parte, pues representa 5% del total, está creciendo rápidamente pero es un porcentaje bajo. Por otro lado, vemos varios sectores con grandes posibilidades de que los empleos desaparezcan en los próximos dos años; un ejemplo son los call center, y si se piensa en dónde están localizados, la mayoría es en mercados emergentes y lo hacen mujeres, por lo que nos encontramos ante un gran impacto de género y geográfico. 

¿Si siempre hay ganadores y perdedores en las revoluciones, cuáles son las oportunidades? 

Hay muchas oportunidades, pero uno de los principales problemas es que las compañías y los gobiernos no están adoptando las tecnologías lo suficientemente rápido para aprovecharlas. Todo esto añade productividad y mejora la calidad de vida para los usuarios y trabajadores. Por el lado negativo, tenemos que estar seguros de que esto está en nuestras manos. 

¿Cómo ve la vida en las ciudades en los próximos años?

Creo que la movilidad y la infraestructura son de los indicadores más importantes para la calidad de vida, porque seguimos siendo físicos, no nos vamos a cargar en un ordenador, por lo que necesitamos pasar tiempo entre nosotros y eso supone que pasamos mucho tiempo movilizándonos. Lo primero es que los sistemas de transporte como taxis y demás se volverán cada vez más eléctricos, autónomos y compartidos. Y a menos que todo eso pase al mismo tiempo, no servirá, pues no queremos carros sin personas por las calles, sino cada uno con más. El otro gran aspecto son los drones en temas como las entregas, lo que puede generar grandes revoluciones. 

¿Qué tan preparado está Colombia para estos cambios? 

Creo que el Gobierno está proponiendo leyes que ya piensan en cómo cerrar las divisiones tecnológicas, hacer las cosas accesibles y crear la infraestructura que permita avanzar. El país y el Gobierno tiene gente que está muy consciente de la importancia de esta revolución y de la economía digital. Obviamente Bogotá y Medellín están adelante, por lo que ahora lo importante es cómo incluir a los demás. Todo esto es genial, pero no es fácil; solo el 5% de las transformaciones corporativas hacia lo digital tienen éxito en el mundo, mientras que el 70% solo consigue un éxito parcial y el resto simplemente falla. Para Colombia es clave que ese 5% sea 10% o 15%. 

CONVERSATORIO DE PROBOGOTÁ

La fundación ProBogotá Región organizó un conversatorio para hoy con academia, empresarios, gremios y actores políticos para debatir cómo Bogotá puede generar empleo mediante procesos de transformación social y económica, en el marco de la cuarta revolución industrial, que incluye, entre otros, a la economía naranja. Y es que Colombia se tiene que preparar porque la llegada de las tecnologías emergentes crea nuevas formas de movernos, comunicar, crear valor y distribuir oportunidades. El reto más importante que se afronta es garantizar que estas oportunidades, así como las externalidades y riesgos que surgirán, se distribuyan de modo equitativo. La idea de ProBogotá es que la capital del país sea un referente en este sentido.

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