Hace unos tres años pusieron una barbería justo debajo de mi casa.
La iniciativa era de un joven emprendedor, José: recuerdo verle en la peluquería, al principio de abrir, todas las mañanas y tardes.
Sin embargo, al cabo de un tiempo contrató a otro joven peluquero y empezó a enseñarle el negocio.
Después de unos meses ese empleado se quedó al frente de la peluquería, mañana y tarde, y José -el empresario- tan solo aparecía un par de días por la mañana.
El resto del tiempo está montando otros negocios.
Y su empleado realiza el trabajo con una excelente calidad y como si fuera el mismo José.
Reflexiono y pienso "lo fácil" que hubiera sido para José quedarse como "esclavo de su negocio", anclado a su barbería, haciendo más horas que un reloj.
Pero José ha optado por hacer de su peluquería un activo:
· Estableció las normas.
· Delegó.
· Dejó claras las funciones, responsabilidades y tareas del empleado y
· Los procedimientos de trabajo.
En definitiva, sistematizó su negocio.
Y los clientes seguimos yendo a la barbería, que aunque ya no está José el nivel y la calidad que ofrece su empleado sigue siendo la que tenía en un principio.
¡Gran lección de estrategia!